Hijos de un mal menor

Tato Vázquez Lima URGENCIÓLOGO

OPINIÓN

CAPOTILLO

28 oct 2020 . Actualizado a las 09:34 h.

Nieto de un agricultor nacido en el interior, sustento de décadas, nieto también de un marinero de grande mares y duras tormentas, tíos emigrantes en Centroeuropa y en la querida América. Aquellos que conocí; quise entender sus miradas al ver nuestra generación: satisfacción, orgullo de país…

Nacieron a principios del extinto siglo, vivieron jóvenes o niños las consecuencias de aquella primera guerra mundial que se llevó más de 30 millones de vidas en un engendro de destrucción colectiva. Intentaron despertar de aquella pesadilla pero pronto sintieron en sus carnes el hambre derivada del 29. Quizás no hechos al sufrimiento, pronto se encontraron con la vorágine suicida de la guerra entre hermanos. Diezmados y agotados sintieron el despertar de las ideas más destructivas en toda Europa, con un voraz apetito de depredación de sus propios congéneres… Y ya en su madurez se acostumbraron a vivir bajo el corsé de la nula libertad y el estomago vacío.

Despertaron y creyeron entender que la existencia era un bien que merecía ser vivido. Asistieron atónitos al nacimiento de una nueva sociedad, de gentes «bien formadas» con «idea clara de destino», pero tal vez, solo tal vez, fue una simple ilusión.

De aquellos auténticos sufridores, empáticos y solidarios solo quedan las huellas de la historia. Sus herederos se han hecho adultos (o quizás no tanto) en el país de la mediocridad y el egoísmo. Aquel espíritu de prosperidad y libertad se ha visto quebrado por el imperio de los deseos. Pocos son capaces de entender vínculos mayores con el bien colectivo, tal vez no hayamos conformado los mimbres que permitan hacer una cesta que aglutine el futuro de nuestra especie. Extraños herederos que no hemos sido capaces de entender unos minutos de solidaridad, de respeto y de humanidad hacia nuestros congéneres. La forma imperante de «yo siempre primero», poca adherencia a la responsabilidad y sacrificio del porvenir por idolatría a la inmediatez, son inherentes a muchos. Es probable que la política sea de manera genérica un amargo reflejo de esa realidad. Y si los foros gobernantes «agudizan su ingenio» no es fruto de un deseo de prosperidad, es tan solo una imagen distorsionada de la sociedad alumbrada.

Entre tanto, en la memoria de los profesionales solo se vislumbra hastío, frustración e indignación ante tanta incompetencia, apatía e indiferencia de falsos líderes. Nunca lo hubieran creído los que nos llenaron de cariño, marcaron nuestro ADN y soñaron con un mundo mejor. Personalmente, me siento avergonzado y os pido disculpas…

Mascarilla, distancia, responsabilidad individual (y con ello colectiva). Breves instantes de compromiso en una vida, en un objetivo único de ser auténticamente humanos, salvar vidas y honrar a nuestros orígenes…