Ganadores, perdedores y viceversa

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

Un cartel con el lema «Estás despedido», en una manifestación ante la Casa Blanca
Un cartel con el lema «Estás despedido», en una manifestación ante la Casa Blanca MICHAEL REYNOLDS | Efe

07 nov 2020 . Actualizado a las 09:49 h.

El resultado de las elecciones norteamericanas, aunque todavía incompleto, no puede ser más paradójico: los ganadores (los demócratas) se preguntan por qué les ha ido tan mal, y los perdedores (los republicanos) casi no pueden creer que les haya ido tan bien. Trump es un caso aparte: quizás creía de verdad que ganaría las elecciones, o que puede ganarlas todavía por notario interpuesto, pero al fin y al cabo es Trump y vive en una fantasía delirante. Por su parte, Biden, que apenas se dejó ver durante la campaña (un hecho insólito que merecía más atención de la que se le ha prestado), se ha vuelto aún más esquivo cuando está a punto de convertirse en presidente de  Estados Unidos, el oficio con más visibilidad del planeta. La decepción, incluso desconcierto, es evidente. Los demócratas no sólo no han conseguido el rechazo masivo a Trump que esperaban ver reflejado en las urnas, sino que han fracasado en las elecciones a gobernadores, han cedido terreno en la Cámara de Representantes y quizás no ganen el Senado, lo que sería catastrófico para ellos.

La pregunta es ¿por qué? En la primera conferencia entre responsables del Partido Demócrata los centristas y moderados han culpado airadamente al ala izquierda del partido («no quiero volver a oír la palabra socialismo ni una sola vez más», decía, al parecer, furiosa, una congresista de Virginia que todavía está luchando por su escaño). La idea que va calando es que el partido se ha visto perjudicado por su giro a la izquierda. Al final, la actitud, como mínimo, comprensiva de los demócratas hacia los disturbios a lo largo de este año, los mensajes de «disolver la policía» y la insinuación, nunca negada de forma clara por Biden, de que una vez en el poder los demócratas añadirían jueces al Tribunal Supremo para conseguir artificialmente una mayoría progresista, podrían ser causas de este batacazo triunfal. Ahora se verá quién tiene más fuerza en el partido, porque Biden difícilmente va a poder satisfacer las expectativas de ese ala radical, en parte porque él es un centrista (como lo era Obama), que aún se moderará más una vez se aloje en la Casa Blanca, y en parte porque puede que disponga de las mayorías necesarias para hacer políticas arriesgadas. Es sólo cuestión de tiempo que se abra un conflicto en las filas demócratas.

En cuanto a los republicanos, su problema es más acuciante: qué hacer con Trump. Por una parte, ha sido una fuente permanente de bochorno para los conservadores más serios, pero por otro les ha mostrado que el populismo es una herramienta con la que se puede atraer segmentos de voto que parecían inalcanzables para ellos: latinos, afroamericanos, obreros de la región de los Grandes Lagos. Seguro que algunos ya están pensando en deshacerse de Trump y robarle la fórmula, quizás con una presentación más elegante (si es que ambas cosas con compatibles). Pero deshacerse de Trump puede resultar tan difícil para sus correligionarios como lo está siendo para sus rivales, y los republicanos corren el riesgo de que se desate, también en sus filas, una batalla entre los populistas y los conservadores tradicionales que rompa el partido como ocurrió en tiempos del Tea Party.