Crónica de una muerte anunciada

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

26 nov 2020 . Actualizado a las 08:50 h.

Tendemos a olvidar que todos terminamos en la misma casilla. Sería insportable vivir teniendo presente esa circunstancia fatal todo el tiempo. Pero el adiós de Diego Armando Maradona es la crónica de una muerte anunciada. Como en la novela de Gabriel García Márquez, muchos eran los indicios de un final que se pronosticaba prematuro. La última hora le llegó a los 60 años, tras estar, frente a frente, con la parca en muchas ocasiones como consecuencia de una vida de excesos. Es lo que tiene vivir al borde del precipicio, un día te caes. Como Gabo inventó el realismo mágico, Maradona creó el fútbol mágico. Todo lo genial que fue en un campo de fútbol, lo tenía de caótico para administrar su propia vida. Se puede recurrir al clásico argumento de que su triunfo tan crío, maravillando ya cuando jugaba como un pibe de oro en el Argentino Juniors, le llenó de dinero y lo convirtió en un juguete roto. Pero hay otros triunfadores del deporte que nos demuestran que se puede tener un talento incalculable en la competición y saber calcular también qué se hace con lo que se gana. Tal vez esa manera que tenía en la cancha de desbordar a todos sus rivales, fue su imagen de marca para exprimir los días. Y así le fue. Es muy fácil pedirle a alguien que cambie, lo difícil es cambiar uno mismo. El Pelusa, la mano de Dios, el Barrilete cósmico que inventó el gol total, de campo a campo, en un mundial y nada menos que en un Argentina-Inglaterra. Todo esa parte fabulosa de su juego se fue viendo oscurecida por los otros detalles de su vida. Su reconocida adicción a las drogas. Los primeras pasos con el consumo de cocaína en Barcelona y en Napolés. Los proyectos de rehabilitación en Argentina o en Cuba, que solían quedarse en proyectos. Maradona, como tantos otros adictos, era politoxicómano. Y así era que caía una y otra vez en esa espiral, de la que es tan difícil de escapar, hasta con ayuda. Es necesario recordar esta parte más trágica, que ha sido la que le ha llevado a cumplir apenas las seis décadas. Maradona no fue un ejemplo para los niños. Se ha ido antes que Pelé. Y deja en Messi a un heredero nunca reconocido del todo por esa acusación de que Leo es tan genial como Diego, pero es un pecho frío. Maradona es un santo para Argentina, porque ardía y era tan visceral como muchísimos argentinos. Se enfrentó a los defensas más duros. Y también a todo lo que él suponía una imposición o una institución. Peleó contra el gigante de la Fifa (pensaba que el segundo campeonato del mundo se lo robaron con aquel penalti a favor de Alemania tan dudoso). Maradona escapó de un origen humilde en una zona de chabolas gracias a que manejaba un balón de fútbol como una canica amaestrada. En la exageración en la que siempre vivió Diego Armando era muy hábil con el pico. Rápido en sus respuestas, una de las más conocidas era cuando decía que él sabía muy bien lo que era vivir en un barrio privado. Y añadía: privado de luz, de agua, de teléfono. Maradona cumplió en el campo y con sus expectativas de vida privándose de la vejez.