Dios está sentado a la izquierda de Maradona

OPINIÓN

Maradona fue futbolista del Barcelona entre 1982 y 1984
Maradona fue futbolista del Barcelona entre 1982 y 1984

25 nov 2020 . Actualizado a las 20:02 h.

Se rumoreaba desde hace tiempo, su estado de salud era malo y pendía de un hilo, pero como va a esperar uno la muerte de un dios, alguien capaz de romper las caderas a un equipo entero con un balón en los pies cómo no iba a regatear la muerte. Un ser que parceló las canchas de fútbol, el balón, el cielo y el infierno, hasta hacerse con todo y los hizo su hogar.

Se ha muerto Diego Armando Maradona, dejando huérfanos a todos los futboleros de este mundo, dejando sólo al planeta. Porque la evolución perfecta no es el homo sapiens, sino El Diego. Ahora Dios está sentado a la izquierda de Maradona, porque para él la siniestra era la buena, era zurdo, pero eso ya lo sabe todo el mundo.

El Pelusa nació hace sesenta años en Villa Fiorito, un suburbio bonaerense, y como dijo: «Si no fuera por Maradona, Diego aún seguiría allí». Y ha muerto tras sufrir un paro cardiorrespiratorio no muy lejos, en su casa de Tigre. Murió el astro en su querida Argentina, en su amada Buenos Aires. Por si este desgraciado 2020 no fuese suficiente, se está muriendo gente inmortal.

Antes de tomar el avión que le llevaría de vuelta a casa tras ser expulsado del Mundial USA 94, Diego pronunció: «No llores por mí, Argentina». Pero esto no va a ser posible esta vez, no sólo Argentina, el mundo entero derrama lágrimas por él. El planeta Tierra deja de girar como ese balón al que Maradona quiso tanto, tanto, tanto, que acabó convirtiéndose en él.

No tuve el placer de poder verle jugar, de ver en directo al rey del fútbol, pero los cientos de videos suyos que pueblan internet me permitieron ser partícipe de la felicidad que es verle con una pelota. No sé cuantas veces, cientos o miles, habré visto sus mejores jugadas: el gol del siglo a Inglaterra en México 86 con la épica narración de Víctor Hugo Morales  o ese calentamiento con el Nápoles en el 89, antes de enfrentarse al Bayer, donde, con sus botas desatadas, hace virguerías con el balón mientras los demás corren. Porque la clase y la técnica no hace falta calentarlas, porque al Cebollita no lo paraba nadie.

DAM siempre rodeado de genialidad y de polémica: de su fútbol a sus adicciones. Un hombre que siempre tuvo su reverso entre Diego y Maradona, quizá alguien herido, quizá incomprendido, un juguete roto, un héroe: los genios son así. Y Maradona es dios. No voy a hablar de los reveses que tuvo en su vida, porque «si yo fuese Maradona, viviría como él». Su obligación y compromiso ha sido siempre con el balón, nunca con la moral y la ética; «La pelota no se mancha». Qué más podemos pedirle a alguien que nos ha hecho tan felices.

Toda su vida fue como su fútbol: espontáneo, imprevisible, callejero, gambeteador, de barrio; maradoniano como todo él.

Diego Armando Maradona no sé de qué planeta viniste, pero sé que siempre permanecerás entre nosotros: gracias por el fútbol, gracias por habernos hecho disfrutar. Siempre Diego