Ética, moralidad y pesca

Pelayo Melón

OPINIÓN

Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial

26 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El conjunto de costumbres y normas consideradas para dirigir o juzgar el comportamiento humano y, su relación con las acciones o prácticas se pueden encasillar dentro del bien o el mal. Siempre y cuando, nos refiramos a la disciplina filosófica que las estudia. La tendencia a conservar alguna cosa o situación determinada, especialmente el medio ambiente y hacer que algo se mantenga en buen estado, guardándola en determinadas condiciones o haciendo lo necesario para que así sea se denomina conservacionismo.

Uno de los principales valores contemporáneos más inculcados a las noveles generaciones es el respeto, el cuidado del medio ambiente y sus pobladores. El agravio animal está perseguido y numerosas leyes de bienestar así lo recogen en los diferentes países. Pero, determinadas administraciones competentes obvian o pasan por alto el bienestar animal cuando nos referimos a los peces. Es ético y moralmente correcto inducir la presunción de que la «pesca sin muerte» es inocua para los salmónidos sometidos a su acción y tildarla de conservacionista, muchos afirmaran rotundamente Sí. Por lo tanto, ¿causar dolor, sufrimientos o daños a un ser vivo sin una buena razón justificada está bien?, la respuesta es evidente y clara. ¡No!, verdad.

Apoyándonos en el razonamiento de cinismo oportunista que promueven determinadas personas, asociaciones y movimientos autodenominados como pescadores-conservacionistas sobreentendiendo de tal apelativo, que su disfrute personal premia sobre la integridad y el bienestar de los peces. Incluso, parece lícito faltar a la verdad cuando intereses particulares se enmascara tras el conservacionismo empapados en un discurso ruin lleno de falsedad. Porqué, determinados pensamientos y corrientes progres apoyan la mencionada modalidad a sabiendas de que no es ecológica. La pesca, en cualquiera de sus variantes se define como la actividad que se realiza para extraer peces, derivado de la extracción ningún evento deportivo o recreativo se debe encasillar como conservacionista. No se pueden obviar las leyes inconscientemente para primar una modalidad anglo-americanizada, implantando su actividad a modo de imposición pretendiendo dilapidar parte de nuestra cultura. Prohibir el ejercicio de la pesca a una mayoría silenciosa, en detrimento de una dudosa conservación, denota la falta de parcialidad de nuestros gestores y evidencia que la toma de decisiones carece de ética, moralidad e incluso, supuestamente de legalidad.

Son muy pocas las voces que consideran las experiencias negativas que los peces pueden tener a causa de otros estímulos, como los entornos con baja concentración de oxígeno causados por contaminación de nutrientes, el calentamiento global y las modificaciones del hábitat. Probablemente estos parámetros y un sinfín de condicionantes sean una fuente de sufrimiento mucho mayor asociada a un evento de captura y posterior liberación. A la vista del estado actual de nuestros ecosistemas resulta más ventajista y cómodo atacar a los aficionados que entiende de otra manera la pesca, así, podrán tener todos los ejemplares y tramos a su disposición. Enjuiciando, culpando e induciendo a que la sociedad más desconocedora en la materia criminalice a la modalidad extractiva amparándose en la complicidad de nuestras administraciones. Deslocalizando y desviando con su discurso totalitarista la atención del fondo de los problemas y prostrando al colectivo a un debate cansino. Avivado, por falsos eco-pescadores con una hoja de ruta preconcebida para cargar la culpa de la mayoría de los males a hombros de la pesca extractiva.

Actualmente, en la pluralidad de países con dilatada y contrastada experiencia en el manejo de salmónidos anádromos no emplean, de forma clara, el C&S como motor y eje principal para impulsar la restauración de las poblaciones residentes. Centrándonos en el salmón del Atlántico y realizando una valoración sobre los diferentes metaanálisis basados en trabajos científicos ligados a la especie (ejem. Impact of catch and release angling practices on survival of salmon) y, si buscamos patrones en común entre las diferentes medidas implementadas por las distintas administraciones. Observamos que, la mayoría de los países meridionales enfocan la conservación y restauración de la especie prohibiendo el ejercicio de la pesca, articulando planes con una orientación multifactorial sobre los ecosistemas y abordando de forma global los diferentes eventos causantes de la decadencia.

En su defecto, cuando las poblaciones están sometidas al ejercicio de la pesca se estatuyen normas restrictivas para todas las modalidades por igual (sur de Noruega, Francia, Dinamarca y sur de Canadá), dejando claro y evidenciando que la «pesca sin muerte» no se debe considerar como una herramienta de gestión en favor de la conservación o la mejora de las poblaciones existentes. Incluso, en lugares donde la propiedad de los ríos no recae sobre entes públicos tipifican medidas claras para preservar y proteger a los ejemplares cuando la temperatura del agua sobrepasa determinados valores. En el sur de Noruega y Canadá prohíben la mencionada modalidad en ríos exclusivos de pesca y liberación aunque, los beneficios económicos podrían justificar el ejercicio de la mencionada práctica.

«¿Cómo podemos contemplar un plan donde capturamos peces simplemente por diversión y volvemos a ponerlos en el río con la esperanza de que sobrevivan? Por supuesto que sufren daños por ello», «La captura y suelta es, tal vez, una manera cínica de afirmar que tiene un efecto intrascendente y permite a los pescadores practicarla, ya que los peces son liberados y pueden ser capturados nuevamente». Director Centro de Investigación Acuática Sostenible de la Universidad de Swansea, Escocia (David McCann, Dec.31, 2018).