El error Bildu, segundo capítulo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Jesús Diges | Efe

04 dic 2020 . Actualizado a las 08:41 h.

Hace días publiqué en estas páginas una crónica titulada El error Bildu y un amable lector que firma «Pspyarg54867» me escribió esta réplica: «Qué cara, los ciudadanos que votan a Bildu son de menos calidad que los del partido de los herederos de Franco». Es una objeción que no voy a discutir por obvia. Efectivamente, no hay votos de mayor o menor calidad y, medidos al peso, pesan exactamente lo mismo. La diferencia es la finalidad con que los usan quienes los reciben, y hay quien los utiliza para fines de general aceptación y quienes los utilizan para fines ilícitos según las leyes y la Constitución. Este cronista lamenta muchísimo no aplaudir a quienes pretenden violar el sistema constitucional. Es un defecto personal.

Hago memoria de ese escrito porque el miércoles vimos y oído cómo utiliza los votos de Bildu un portavoz de ese partido en el ayuntamiento de Pamplona: para anunciar su propósito de anexionar la Comunidad Foral de Navarra al País Vasco como base para la creación de la República Confederal Vasca. La previsión de unir los dos territorios adquirió rango constitucional al ser admitido en el texto de la ley de leyes previa autorización de los navarros en referendo. En lo que no pensó el constituyente fue en utilizar esa unión para construir un estado nuevo, diferente y producto de la ruptura de la nación española.

La anexión de Navarra es una vieja aspiración del independentismo, sobre todo del expansionista, para poder crear una nación más potente y con suficiente dimensión territorial. Lo que nunca hizo fue expresarla con tanta claridad ante cámaras y micrófonos. Y quiso la casualidad, siempre la casualidad, que esa proclamación se hiciese poco después de que Bildu se viese reforzado con los acuerdos para la votación de los Presupuestos. Y, metidos en casualidades, también se produjo el mismo día que el vicepresidente del Gobierno, don Pablo Iglesias, celebrase en el Congreso la alianza con Bildu y otros partidos como un «compromiso histórico» y reiterase que dicha alianza se hace para ejercer «la dirección del Estado». Se supone que ese Estado es el español y no el vasco-navarro.

Y hay más casualidades todavía: la presidenta de la comunidad foral ha elegido a Bildu como socio preferente, como se acaba de ver en la negociación de los Presupuestos navarros. Las preguntas salen solas: ¿hay acuerdos secretos? ¿Hay un precio inconfesable para la formación de la nueva mayoría que a partir de ahora asume la dirección del Estado? ¿Tiene algo que ver Navarra en esa alianza? No quiero caer en ninguna tentación conspiratoria. Simplemente quiero insistir en algo que dijo Felipe González y sostienen muchos otros líderes de izquierda y derecha. Lo diré con toda suavidad: no está claro que sea lo mejor escoger como socios a quienes tratan de dividir, quizá destruir esta nación.