Trump, Biden y el Papa Francisco

Cristina González

OPINIÓN

Caricaturas de Joe Biden y Donald Trump
Caricaturas de Joe Biden y Donald Trump Ed Carosía

05 dic 2020 . Actualizado a las 20:39 h.

Cuando jure el cargo el 20 de Enero de 2021, Joe Biden se convertirá en el segundo presidente católico de la historia de Estados Unidos, tras John Kennedy, que fue el primero. Cuando Kennedy llegó al poder, los católicos americanos, que estaban bastante unidos, recibieron la noticia de su victoria con gran alegría. Ésa no es ni mucho menos la situación actual. Los católicos americanos están tan divididos como el resto del país y unos han votado por Biden, mientras que otros han apoyado a Trump.

Estados Unidos tiene más de setenta millones de católicos, de los cuales aproximadamente el 60% son blancos, el 31% son hispanos y el 9% son de otros grupos étnicos, de acuerdo con una encuesta del Barna Group. Según datos proporcionados por el Pew Research Center, los católicos americanos son republicanos y demócratas en números más o menos iguales, aunque hay diferencias étnicas. Por ejemplo, el 57% de los votantes católicos blancos son republicanos, mientras el 68% de los votantes católicos hispanos son demócratas. Las posiciones que los católicos americanos tienen sobre los preceptos de la iglesia están muy influidas por su partido político. Por ejemplo, la mayor parte de los católicos demócratas cree que el aborto debería ser legal, mientras que la mayor parte de los católicos republicanos opina lo contrario. Sus diferencias sobre este punto no son tanto sobre la doctrina católica en sí como sobre la conveniencia de imponer los preceptos de una religión particular al resto de la ciudadanía en un país en el que están representadas casi todas las religiones del mundo.

Efectivamente, en Estados Unidos conviven pacíficamente muchas religiones diferentes. Raro es el americano que no tiene parientes, amigos, compañeros y vecinos de varias religiones, por lo que la gente está bastante consciente de las reglas y ritos de cada una. En este ambiente tan cosmopolita, los líderes espirituales de las diversas religiones tienen buenas relaciones entre sí, tratándose con gran compañerismo y ayudándose mutuamente. Hay importantes asociaciones ecuménicas, las cuales hacen obras de caridad en las que participan todas las religiones. Por ejemplo hay programas para dar albergue temporal en las instalaciones de los propios lugares de culto a los que no tienen hogar. En estos programas participan como voluntarios feligreses de diversas iglesias, sinagogas y mezquitas que se reparten el trabajo. Así, una semana los católicos ponen el local, los unitarios proporcionan la cena, los luteranos arman las camas y los judíos traen el desayuno. A la semana siguiente les toca el turno a los mormones, los metodistas, los episcopales y los musulmanes, etc. En este contexto de amistosa cooperación, tratar de imponer las reglas de una religión a las demás se consideraría poco cívico y solamente las religiones más extremistas lo hacen. Dentro de éstas se encuentran los cristianos evangélicos y la rama ultra-conservadora de la iglesia católica, grupos ambos que desean ardientemente ilegalizar el aborto para toda la ciudadanía.

Esta derecha religiosa radical constituye uno de los tres grandes grupos de republicanos que apoyan a Trump, junto con la derecha económica tradicional, que quiere rebajar los impuestos a la gente más acomodada y reducir el tamaño del estado de bienestar, y la derecha desafecta, compuesta por blancos sin estudios universitarios, que, muy resentidos por su falta de perspectivas laborales tras la desaparición de gran parte de la industria pesada y de muchas manufacturas, son muy susceptibles a los mensajes racistas y la xenófobos de Trump. Los demócratas por su parte también están divididos en tres grupos, a saber, las minorías étnicas, los blancos con estudios universitarios y los jóvenes de todas las razas. Aparte de estos seis grandes grupos de votantes, hay dos factores que afectan a todos los grupos, a saber, la diferencia entre votantes rurales y votantes urbanos y entre hombres y mujeres. En general, los votantes rurales y los hombres apoyan más a los republicanos y los votantes urbanos y las mujeres apoyan más a los demócratas.

Los católicos republicanos son un grupo complejo. Unos son de la derecha religiosa radical, otros de la derecha económica tradicional y otros de la derecha desafecta, pero los que han llevado la voz cantante en las elecciones presidenciales de 2020 han sido los de la derecha religiosa radical, que están totalmente consagrados a conseguir la ilegalización del aborto. A este grupo Trump le ha prometido ayudarle a conseguir este objetivo poniendo a varios jueces católicos ultra-conservadores en el tribunal supremo con la esperanza de que éstos cambien las leyes si se presenta la ocasión. Por esta razón, los católicos ultra-conservadores apoyan a Trump a pesar de las atrocidades que éste ha cometido contra niños inmigrantes hispanos y sus familias en la frontera sur, que han sido fuertemente condenadas por los obispos americanos y por el Papa. Estos católicos ultra-conservadores atacaron duramente a Biden durante la campaña electoral.

En efecto, el 26 de Agosto, durante los actos del tercer día de la convención republicana, Biden fue fieramente criticado por Lou Holtz, conocido entrenador de fútbol americano de la Universidad de Notre Dame, una de las universidades católicas más famosas de Estados Unidos. Expresando el sentir de muchos seguidores de Trump, Holtz dijo que Biden era católico en nombre solamente, porque no se oponía a las leyes que permiten el aborto. Rachel Maddow, comentarista del canal televisivo MSNBC, cuando oyó decir que Biden no era religioso de verdad, le pidió que opinase sobre esta aseveración a un sacerdote jesuita, el padre James Martin, asesor del Secretariado de Comunicaciones del Vaticano y director de America, la revista de los jesuitas de Estados Unidos. La respuesta fue muy interesante. Primero, dijo, nadie sabe lo que hay dentro del corazón de otra persona, por lo tanto no se debe cuestionar la fe de nadie. Segundo, aclaró, si Holtz se refiere al hecho de que Biden no se opone a leyes que están en conflicto con algún precepto de la iglesia, como la prohibición del aborto, el gobierno de Trump ha violado innumerables preceptos de la iglesia, aludiendo a su poco humano comportamiento en la frontera sur. Quedó claro que a este sacerdote jesuita le parecía bastante mejor Biden que Trump.

Biden no aspira a ilegalizar el aborto, aunque él, como católico practicante muy devoto, no apruebe esta práctica. Sencillamente no considera que deban mezclarse iglesia y estado y menos sobre un tema en el que no hay acuerdo ni siquiera dentro de las propias religiones cristianas, algunas de las cuales tienen posiciones muy tolerantes al respecto. Biden, que está muy enfocado en la protección a los desvalidos, ha condenado el maltrato a los inmigrantes hispanos en la frontera sur, en consonancia con la posición de los obispos americanos y del Papa. De hecho ha prometido investigar estos desmanes y tomar las medidas necesarias para corregirlos en cuanto llegue al poder.

Biden tiene también una perspectiva muy humanitaria respecto a la pandemia, perspectiva que es totalmente diferente a la de Trump, que ha fomentado actitudes anticientíficas y propagado multitud de bulos sobre la enfermedad de Covid-19. Desde negar su gravedad y decir que había tratamientos, hasta negar su existencia y afirmar que era un invento de sus enemigos, Trump ha engañado a sus seguidores, incitándoles a adoptar una actitud beligerante y a no usar mascarilla ni guardar las distancias. El lenguaje que usa es el de la «libertad». Obligar a los ciudadanos a usar precauciones es atentar contra sus derechos, les dice Trump a sus seguidores, a los que incita a «liberar» ciudades o estados con restricciones establecidas por las autoridades para limitar los contagios. Esta criminal actitud está costando muchas vidas. En estos momentos, hay seguidores de Trump que están muriendo de la enfermedad de Covid-19 sosteniendo hasta el último momento que ésta no existe. Por más que médicos y enfermeras les dicen cuál es el diagnóstico, no quieren creerlo, ya que tienen más fe en Trump que en los profesionales. Los incautos seguidores de Trump, aparte de enfermar ellos mismos, están contagiando a innumerables personas, por lo que la cantidad de muertes que pesan sobre la conciencia del actual presidente es incalculable.

El jueves, 26 de Noviembre, Día de Acción de Gracias, el periódico The New York Times, publicó un artículo poco común, que se titula «Una crisis revela lo que está en nuestro corazón» y está firmado por el «Papa Francisco, Cabeza de la Iglesia Católica y Obispo de Roma». El artículo, que versa sobre la pandemia y tiene como tema principal la consideración que deben tener los ciudadanos hacia los demás, cuya vida es su deber proteger, contiene una crítica no muy velada a la posición negacionista de Trump. Aunque no menciona su nombre, está claro que Trump es uno de los gobernantes de los que habla. «Con algunas excepciones, los gobiernos han hecho grandes esfuerzos para poner el bienestar de su pueblo por delante de todo», dice el artículo, añadiendo que las excepciones han sido algunos gobiernos que desdeñaron la evidencia, pero que la mayor parte de ellos «actuaron de manera responsable imponiendo medidas estrictas para contener la epidemia». Sin embargo, continúa el artículo, algunos grupos protestaron, rehusando seguir las normas de seguridad e incluso manifestándose en contra de ellas, «como si las medidas que los gobiernos deben imponer por el bien del pueblo constituyesen una especie de asalto político a la autonomía o libertad personal». Explicando que el bien común exige que se establezcan normas para proteger a los menos afortunados, el Papa condena en términos inequívocos la politización de la pandemia y los ataques a los gobernantes que siguen los dictados de la ciencia para proteger a todos y cada uno de los ciudadanos, acabando el artículo con una llamada a la solidaridad.

La posición del Papa en este artículo es muy parecida a la de Biden, cuyo nombre no menciona. Biden está muy centrado en luchar contra el negacionismo y en combatir la pandemia para salvar el mayor número posible de vidas. Como el Vaticano no da puntada sin hilo, hay que asumir que el Papa está intentando enviar un mensaje de apoyo a la política humanitaria de Biden y un toque de atención a los seguidores de Trump, a los que parece estar llamando al orden. Éste es el momento de revelar lo que está dentro de nuestro corazón y de demostrar nuestro amor a la vida, protegiendo la de nuestros conciudadanos, dice el Papa en este importante artículo que, sin duda, Biden le habrá agradecido profundamente. Y es que, para sacar al país de la colosal crisis sanitaria, económica y política en que se encuentra, Biden va a necesitar Dios y ayuda.