Aneurismas en tiempo de pandemia

OPINIÓN

Un conductor de ambulancia prepara una camilla en la estación pediátrica, instalada en el exterior del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)
Un conductor de ambulancia prepara una camilla en la estación pediátrica, instalada en el exterior del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) JL Cereijido

16 dic 2020 . Actualizado a las 08:35 h.

Los aneurismas son cosa seria. Eso me dijo un neurocirujano que se puso a dibujarme uno en una servilleta mientras tomábamos un café en el antiguo HUCA. Yo le había pedido que operase a una conocida que yacía en la UCI con la sangre regándole por donde no debía parte del cerebro. La intervención fue exitosa y la paciente, con alguna secuela menor, se salvó. 

Además de la cabeza, un aneurisma puede aparecer en el tronco y en las extremidades. En el tronque tenemos una tubería de arriba abajo de un diámetro proporcional a una general de un edificio de la altura de la Gran Pirámide de Keops (146 metros). Esto lo sé por un tipo al que quiero y detesto a partes iguales. Lo quiero porque no se desprende de su ingenuidad infantil y lo detesto por lo mismo. Sus padres, adivinos ellos, le llamaron Inocencio.

Pues bien. A este bobote le detectaron hace más o menos tres años, que no se acuerda del año, para que vean lo corto de alcances que es, un aneurisma de aorta abdominal (la aorta es la tubería de Keops). Tampoco retiene si le medía 4,2 o 4,4 centímetros. El caso es que la médica del HUCA (el nuevo, el guay) que dio la voz de alarma remitió a mi Inocencio a Cirugía Vascular, donde le informaron que no se «mancharían» las manos hasta que el globito no alcanzase los 5,5. Yo le dije a Inocencio que había un tipo en Italia que metía mano ya con 4,5.

--No compares, Ed -me replicó-, que los italianos son muy lanzados.

--Lanzados con las mujeres, a no ser que, cuando tocan un aneurisma, se imaginen un pezón.

--Eres un degenerado.

Inocencia iba cada seis meses a que le hicieran una eco-doppler, que revelaba un incremento de uno o dos milímetros, salvo la última, del 23 de septiembre de este «annus horribilis».

--La chica, tras explorarme, me dijo con angelical voz: lo siento, tengo malas noticias para usted, mide 5,5 centímetros.

--Pero si en marzo estaba en 4,9. ¡Seis milímetros en seis meses!, exclamé 

--Mire, vaya a la sala de espera que enseguida le atenderá un cirujano.

Inocencio se sentó en una silla de la sala y al poco, en la silla de la consulta. El cirujano, un joven muy, muy amable, no como el anterior, que creyó (Inocencio creyó) que era un androide.

--¿Un androide?

--Es la sensación que tuve, Ed. Le pregunté cuánto tiempo resistiría con vida si el aneurisma empezaba a sangrar…

--¿Qué te respondió?

--Dependía de por dónde se produjese la fuga. En la peor de las dependencias, unos cuatro minutos.

--No jodas, Inocencio.

--Lo que oyes. Pero el timbre con que lo dijo, un timbre metálico, con ausencia de sentimiento, me estremeció más. Ed, ¿los elefantes tienen sentimientos?

--Los tienen.

El cirujano majo, con timbre majo, le informó que iba a ser intervenido con la técnica tradicional, que es, como ustedes suponen, dormirte contando números hacia atrás, rajar, hurgar, evacuar sangre, transfundírtela si el cuerpo o el de ellos o todos al unísono no responden, anclar, coser. Antes de eso, a Inocencio le harían un TAC en dos meses.

Dos meses, masculló para sus adentros Inocencio, me parecen muchos meses. Porque Inocencio, cuando salió de las Consultas Externas del HUCA-GUAY y echó a andar, tiró de las Matemáticas. 6 últimos meses: 6 milímetros = 1 milímetro al mes. A los 5,5 que tengo ahora sumo dos meses TAC, o sea, 2 milímetros. 5,5+2=5,7. Pero hay que tener presente el preoperatorio, pongamos 1 mes. 5,7+1=5,8. Y no sigo sumando, por ejemplo, alguna perturbación de último momento, porque me da algo.

--Pero mira que eres tonto, Inocencio. Cómo puedes pensar que tu alien sabe dividir.

--Qué quieres decir, Ed.

--Tú no tienes remedio… En un solo mes pudo volverse tarumba y aumentar 2, 3 o 4 milímetros, no necesariamente 1=1, y en este lance, para cuando te metan en el quirófano se encontrarán con un balón de rugby.  

--¿Por qué no me lo diría el cirujano majo?

--Porque los doctos doctores siguen un protocolo. Ellos mismos se vuelven Protocolo, a no ser que entres por Urgencias echando sangre por la boca a borbotones... Verías cómo te abrirían de inmediato.

--Caramba, Ed, cuánto sabes.

Yo estaba indignado y, poco después, indignadísimo. Fue cuando me llamó, 2 meses y 9 días transcurridos desde la última charla.

--Ed, todavía no me han llamado del TAC.

--Indalecio, el cirujano bueno qué te dijo, dos meses o en «unos» dos meses.

--Dos meses, seguro segurísimo. ¿No será, Ed, que la pandemia del viral virus tiene a todo el hospital atascado?

--Oh, claro, este coronavirus da mucho juego.

--¿Mucho juego?

--Una pandemia puede esconder mucha bajeza. ¡Mírate a ti, hostia! ¿No te dijeron que para los vasculares un aneurisma es una prioridad?

--Sí, me lo dijeron, y yo me quedé tranquilo.

--Por lo tanto, también debe serlo para los radiólogos, porque, de lo contrario, deja de ser una prioridad para todo dios. Hoy mismo voy a hacer una gestión.

Y fui al HUCA-GUAY y hablé con una bellísima persona, que quedó en informarse. Dos semanas más tarde, sin embargo, sigo sin la información del informante, quizá porque mi bellísima persona se ha topado con el Protocolo. Sea lo que fuere, Inocencio centra en estos momentos mis preocupaciones. Tiene el alma en los suelos, por los que se arrastra como perro apaleado.

--Inocencio, ya no sé cómo ayudarte. ¿Por qué no vas a Atención al Paciente?

--Ed, si tu contacto médico no puede hacer nada, qué va a hacer un administrativo.

No le faltaba razón. Pese a ello, fui un poco cruel con él.

--Bueno, Inocencio, al menos no morirás como un perro atado a una cama.

--¿Atado a una cama?

--Sí, hombre, no has leído lo de esa pobre chica que la dieron por loca, la amarraron con correas a la cama y al tercer día, como Jesús, este clavado a la suya en forma de cruz romana, murió de una gordísima infección, que era lo que tenían que haberle diagnosticado. A ella también le aplicaron el Protocolo, el que dice: «A madre loca, hija loca».

--¡Por Dios, Ed, eso es horrible! El responsable estará en la cárcel, ¿no?

--¿Tú sabes de algún médico enrejado? En este aterrador episodio, propio de una peli gore a más no poder ser, no participó solo uno, sino ¡siete!

--¿Siete? No me lo puedo creer. ¿Y no los procesaron?

--Sí, pero Su Señoría no vislumbró mala praxis. En fin, un mal día lo tiene cualquiera.

-- Pero ¿no llamó a declarar a otros facultativos?

--Inocencio, parece que te acabas de caer del nido. Entiende la situación de un compañero que declara contra otro. Sería declarar y huir a otro hospital en la otra punta del país. Le harían la vida imposible. Es igualito a los polis buenos que investigan a los polis malos; todos los polis los odian. A lo más que puede aspirar una víctima, o sus deudos las más de las veces, es a que le den pasta. En los juzgados hay una lista de precios. Por ejemplo, y es solo un ejemplo, que yo la lista no la vi nunca, una pierna vale 11.387 euros; un hígado, 27.001; un cerebro, 33.333, y un aneurisma, pues la verdad, desconozco si está incluido. Tienes que convencer a tu esposa…, bueno en el supuesto de que acabes…

--¿Fiambre?

--Es que…, me da corte decirlo así, a bocajarro, Inocencio, pero sí, fiambre, que me temo que será más pronto que tarde… Pues eso, que tu esposa tiene que denunciar a Cirugía Vascular, a Radiología, al HUCA-GUAY y al SESPA. Tal vez ella se tope con una Su Señoría en forma física y mental y reciba algo de dinero, no mucho, eso que ni lo sueñe, pero que le sirva para aliviar el dolor de la pérdida.

--Ella suele decirme que, en caso de duda, viuda.

--Pues eso.

Continué, un poco en broma, un poco en serio, que su final no sería como el de la joven de la planta psiquiátrica del HUCA-GUAY, que él se desplomaría mientras hacía la cama, o leía Los miserables, o llevaba en coche a su hija a clase particular de Inglés.

--Ed, conduciendo, no, que puedo atropellar a alguien.

--Mira, podría ser tu salvación.

--No te sigo…

--Tú conduces muy despacio, el atropellado ni se muere ni resulta herido de gravedad, viene la UVI móvil y la médica/o/e te atiende primero a ti y te salva in extremis.

---¡Qué listo eres, Ed!

--Deja de decir eso. Comparado contigo, cualquiera desprende luz.

Ya completamente en serio, le aconsejé a Inocencio que se metiese en la cama y no se moviese hasta que no le hiciesen el scanner de los cojones.

--Podría ver Gambito de dama, ahora que he retomado el ajedrez.

--A condición de que te tragues cuatro Diálogos de Platón.

--El primero será el Timeo.

--¿Por qué el Timeo

--Me contó un bueno buenísimo filósofo que Platón habla de un demiurgo que trae el Bien a los hombres.

--No es un demiurgo cualquiera, Inocencio, es el Demiurgo, el Dios platónico. No estaría de más que dejara de ser un autista y se diera una vuelta por el HUCA-GUAY.

--Eso, eso.

(Hoy, 16 de diciembre, Inocencio lleva 84 días aguardando la paloma mensajera de los radiólogos y se interroga si los vasculares indagan en el paradero de su «colateral» de la pandemia, aunque no solo entiende, sino que también comprende, que distinto es que el aneurisma lo tenga él a que lo tengan ellos. Pero, de tanto en tanto, acontece que … «Ab alio species alteri quod feceris»).