Vacuna y ciencia en España

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Emilio Naranjo | Efe

15 dic 2020 . Actualizado a las 08:53 h.

Los Reyes Magos traerán en sus alforjas el mejor regalo posible en estos tiempos de virus. Las cabalgatas de la víspera, en vez del habitual lanzamiento de caramelos, comenzarán a esparcir vacunas por todo el territorio español. En el Reino Unido y Estados Unidos, por aquello de que Papa Noel o Santa Claus siempre se anticipan a nuestros Magos, ya ha comenzado el reparto. La impaciencia bien puede soportar la pequeña espera. Lo importante es que habrá para todos y sobrarán, según anuncia el pregonero Salvador Illa.

Al final del verano, aseguran, habremos conseguido la inmunidad de rebaño. Habrá entonces tres, cuatro o más clases de vacunados, mayoritariamente los de Pfizer, los de Moderna y los de Oxford. Todas las vacunas que nos inyectemos serán seguras y eficaces, porque así lo certificará la Agencia Europea del Medicamento, pero unas más que otras. Son distintas y, en consecuencia, su coste, sus efectos y las posibles secuelas también lo serán. Lo que sabemos con certeza es que ninguna de las dosis suministradas llevará la etiqueta de made in Spain. Las tres vacunas españolas más prometedoras deberán esperar, como pronto, a los Reyes Magos del año 2022.

Leo con atención diversas declaraciones del virólogo Luis Enjuanes sobre la vacuna que desarrolla en el Centro Nacional de Biotecnología. Solo una dosis genera «inmunidad esterilizante». Neutraliza el virus en la puerta de entrada e impide que pase de una célula a otra. Su efectividad, probada con ratones transgénicos humanizados, es el del cien por cien. Tras vacunar a los ratones, les inyectó una dosis letal de covid para matarlos a todos: no solo sobrevivieron todos, sino que ni uno solo se infectó. Ahora la probará con macacos y después con humanos. Si todo marcha según lo previsto, la vacuna estará disponible el próximo invierno.

Enjuanes atribuye el retraso -retraso relativo: en otro tiempo hubiera sido ejemplo de celeridad- a que su vacuna «es un poquito más compleja» que las otras. Justificación benevolente y parcial. La causa principal reside en la precariedad de la ciencia y la investigación en España. Falta financiación, falta personal y faltan infraestructuras. La inversión en ciencia disminuyó un 35 % en la última crisis económica. La estabilidad laboral de los investigadores brilla por su ausencia y los salarios son misérrimos. El talento que no ha emigrado prepara las maletas. No se perciben indicios de relevo generacional. Enjuanes, un jubilado de 75 años, encabeza un equipo de catorce investigadores que trabajan en un laboratorio de ochenta metros cuadrados. De los catorce, solo cuatro tienen plaza fija. Los demás son temporales que dependen de los fondos que consiguen para cada proyecto. Catorce personas para crear la vacuna Enjuanes, 600 o 700 para desarrollar la de Pfizer o Moderna. La Unión Europea invierte en ciencia el 2,2 % de su PIB, España poco más de la mitad. ¿Servirá la lección de la pandemia para desterrar de una vez el destructivo exabrupto unamuniano del «¡Que inventen ellos!»?