Raphael, es un escándalo

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Javier Ramírez

22 dic 2020 . Actualizado a las 09:53 h.

El barómetro del CIS señala a los políticos como el problema, no como parte del problema. Mientras un 0,3 % ve una dificultad en la monarquía, más de un 50 % de los consultados creen que la situación en la que estamos se debe al mal comportamiento de los políticos; a la falta de acuerdo, unidad y capacidad de colaboración de los políticos; a lo que hacen los partidos políticos o a cómo actúan el Gobierno y partidos o políticos concretos. Así está el ambiente de la calle con una clase política que tiene muy poca clase. ¿A qué se debe que nos estemos cansando? Los chistes que circulan son sinónimo del hartazgo que se respira. Ejemplo: «Año 2040. Cae en el examen de oposición la siguiente pregunta: ¿Cuáles fueron las restricciones por comunidades autónomas para las navidades del 2020? Tío, es que van a pillar. A ver quién explica eso». Anabel Alonso ha ironizado con gran éxito en las redes: «Si invito a Raphael en Navidad, podemos juntarnos hasta 5.000, ¿no?». Lo de Raphael es un escándalo, por mucho que el cantante diga que cumplió los requisitos de seguridad y la normativa vigente. Con dos conciertos de cinco mil personas, dos noches seguidas en Madrid, es cómo perdemos la fe en los que están al mando. ¿Por qué el Madrid no puede jugar con público sus partidos de la Euroliga con los requisitos de seguridad y la normativa vigente en el WiZink Center donde Raphael sí pudo actuar para diez mil personas en dos cómodas sesiones? ¿Tienen los regidores de la competición europea de baloncesto unos asesores científicos más inteligentes o estrictos que los que asesoran a Sánchez o a Ayuso para que hayan permitido los conciertos? Un mal día descubrimos que había comités de expertos sin expertos. Y otro buen día nos damos cuenta de que hay científicos y científicos. Como no sería comprensible que científicos serios opinasen diferente sobre prohibir o no un concierto, llegamos a la conclusión de que son los políticos quienes deciden. Son ellos los que nos están volviendo locos. Los que nos tratan como a niños malcriados. Los que cambian sus normas sobre la marcha. Los que se inventan allegados, niños que no cuentan de menos de diez años. Lo de Raphael igual fue porque cuenta como niño de diez años, aunque la actuación fuese para celebrar sesenta años de arabescos sobre el escenario. Raphael no debió actuar. Ha perjudicado a sus compañeros, que se están muriendo de hambre, y a la hostelería, a la que llevan meses tomándole el pelo; y ha sumado confusión al caos que generan los que hablan politiqués.