El poder no es lo que era

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

24 dic 2020 . Actualizado a las 09:53 h.

Toni Aira, analista político catalán con apellido que parece gallego, recuerda en su libro La política de las emociones la siguiente historia: hace algo más de un año el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pronunció un discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas. Después de saludar a los asistentes, cogió su teléfono móvil y se hizo un selfi, con la siguiente explicación: «El nuevo mundo ya no está en esta Asamblea General, sino en el lugar a donde irá mi foto (…). Muchas más personas verán este selfi que las que escucharán este discurso. Y es que la Red se vuelve cada día más el mundo real y este formato de asambleas se vuelve cada vez más obsoleto».

El señor Bukele se hizo la foto, la colgó en la red y alcanzó difusión mundial. Ni el estudioso Toni Aira recuerda su discurso, pero su imagen penetró por los ojos de millones de personas a través de sus teléfonos móviles. Cuando leí este capítulo era 22 de diciembre de 2020, se había celebrado un Consejo de Ministros, se había aprobado la prohibición de desahucios durante el estado de alarma y el vicepresidente del Gobierno para Asuntos Sociales, el muy notorio don Pablo Iglesias, no fue el encargado de vender la medida. Fue sustituido por su compañero de Gabinete, pero socialista, el titular de Fomento, don José Luis Ábalos.

¿Y qué hizo Iglesias? Lo mismo que el presidente de El Salvador: cogió su teléfono, grabó un vídeo para resaltar el éxito político de los desahucios, sin llegar a decir que era su conquista después de haberlo reclamado en alianza con Bildu y Esquerra Republicana, y lo difundió a través de Twitter. Su mensaje también llegó a todos los rincones del mundo, fue reproducido en las televisiones y demás medios de comunicación, y el líder de Podemos le puede decir al presidente Sánchez y a la ministra portavoz: «La Red es el mundo real y tu formato de ruedas de prensa se vuelve cada vez más obsoleto».

La conclusión de consumo interno es que este episodio confirma que efectivamente tenemos dos gobiernos; que, cuando se celebra un Consejo de Ministros, puede haber y hay también dos portavoces; que hay una batalla tensa y dura entre las dos facciones para ganar o arrebatar imagen social y, en consecuencia, votos, y que el poder político ya está definitivamente condicionado por las nuevas tecnologías de comunicación.

La conclusión de alcance más amplio es que Twitter y las demás redes son poderosos agentes activos, ya imprescindibles en la vida y en la lucha política. Donald Trump gobernó con tuits. La nueva guerra entre potencias se desarrolla con ese armamento, que puede determinar el éxito o el fracaso del brexit, romper una nación como se intentó en el procés catalán, o influir decisivamente en unas elecciones. Esta noche veremos un nuevo episodio de esa guerra entre quienes manejan las redes y el discurso de su majestad el rey.