Todo es mejorable

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Servicio Ilustrado (Automático)

26 dic 2020 . Actualizado a las 10:21 h.

Todo en esta vida es susceptible de mejorar. El discurso de Felipe VI, también. Es difícil satisfacer a todos, más bien imposible, y además el difícil clima de convivencia política y social, los reiterados intentos de desestabilización, la trayectoria ilícita del emérito, una grave crisis institucional y el futuro incierto hacían especialmente complicada su comparecencia. Por eso debió dirigirse a la gran mayoría y no solo a sus incondicionales, como así ocurrió.

Bien están las palabras de ánimo, reconocimiento y recuerdo para los fallecidos, pero este fue un año especial para la institución monárquica, con episodios deplorables que la llevaron al límite. Y eso merecía otra atención. Los continuos incidentes del emérito, investigado por la Fiscalía, centraron gran parte de nuestra atención del último año y por ello no se debió despachar de forma genérica en 87 palabras y sin mencionar siquiera expresamente los escándalos, en alguno de los cuales se vio implicado el propio monarca.

Los problemas no se solucionan evitando hablar de ellos. Todo lo contrario. Hay que encararlos, reconocerlos y aportar soluciones. Y son millones los españoles que están viendo a la Corona como problema. Por eso Felipe VI erró al apostar por un discurso demasiado genérico y con omisiones significativas, como los apoyos de militares activos y pasivos a tesis golpistas. Por ser el jefe supremo de las fuerzas armadas. Si quienes aprobaron el discurso creen que evitando referirse abiertamente a las andanzas del emérito o a las teorías conspirativas, entre otros problemas, se favorece a la institución se han equivocado.

Una encuesta urgente de este periódico indica que el 60 % de los ciudadanos se sienten defraudados con lo escuchado. Por insuficiente y evidente. Exigían una mención más explícita de los problemas que arrastran el país en general y la monarquía en particular, y un alejamiento de ellos. No se ve la república en el horizonte, por mucho que miremos con prismáticos. Y, por eso mismo, Felipe VI debió abordar los problemas que atañen a la Corona sin rubor y con decisión. Debió hacerlo si realmente es cierto lo que dijo de que pretende «una monarquía renovada para un tiempo nuevo».