Los salmónidos más australes de Europa

Pelayo Melón

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

16 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El norte de España alberga a las poblaciones más meridionales de salmón del Atlántico (Salmo salar) y de trucha común y marina (Salmo trutta), por lo tanto, nos encontramos en presencia de los grupos que más expuestos se encuentran a los efectos del calentamiento global.

Los peces tienen muy poco control sobre su temperatura corporal y si, la temperatura de su entorno inmediato es incómoda, inadecuada o dañina, es posible que puedan migrar o buscar refugios térmicos localmente. Sin embargo, en términos generales, la temperatura del agua tiene un impacto fundamental en la distribución, migración, supervivencia, fisiología, alimentación, crecimiento, reproducción, ecología y comportamiento de todas las especies de peces.

La presencia y el bienestar de las poblaciones de salmónidos depende de múltiples factores y, la temperatura marca el rango de habitabilidad de los ecosistemas. El agua corriente en la que los salmónidos suelen ser los peces dominantes ronda temperaturas máximas que no superaran los 20ºC. Estudios científicos sugieren que «para los salmónidos del género Salmo, 20-21°C debe aceptarse como la temperatura máxima permitida durante la estación más cálida del año». Debemos tener muy presentes estos índices, los cuales, están muy por debajo de las condiciones directamente letales de forma natural sin estar asociadas a eventos de fatiga y estrés.

El Wild Trout Trust, del Reino Unido, recomienda tomar la temperatura del agua antes de liberar tras captura y, si está en o alrededor de 20°C, es mejor no pescar. Así como, recuerda que mantener una trucha jadeante fuera del agua durante más de deiz segundos puede causarle daños irreversibles. Los valores críticos para el salmón del Atlántico parecen ser de aproximadamente 2°C más altos que el equivalente para la trucha según recogen diferentes trabajos. Lo que sugiere que, debería ser menos susceptible a cualquier impacto adverso del cambio climático que involucre calentamiento.

En general, es evidente que cualquier cambio en el medio ambiente que aumente el tiempo de exposición de los peces a rangos de temperaturas críticas probablemente tenga un impacto en el bienestar de la población. Además, se pueden identificar rangos de temperatura críticos para etapas específicas del ciclo de vida, como la maduración de los huevos, el desove, alimentación y migración entre otros. Pero, ciertamente es el salmón, al menos en la mayor parte de la cornisa Cántabro-Atlántica, el que parece haber disminuido en mayor medida comparándolo con la trucha común o de mar.

Un poco de historia pre-calentamiento global

Un factor previamente ignorado y potencialmente limitante puede ser el hecho de que la disminución de las poblaciones de salmónidos comenzó mucho antes en la historia de lo que se reconoce actualmente, es decir, mucho antes del inicio de la regulación fluvial a gran escala, la contaminación del agua y el exceso de pesca en el siglo XX. De hecho, muchos fuentes pre-siglo XIX y del siglo pasado parecen percibir que las poblaciones de salmón han sido «mucho mayores en épocas anteriores». Sin embargo, estas observaciones anecdóticas no se han respaldado con evidencia cuantitativa. Los indicadores cuantitativos de la abundancia del salmón del Atlántico (precios, impuestos y desembarques), confirmados de forma independiente por datos arqueológicos, vinculan de forma inequívoca el colapso de las poblaciones de salmón con el aumento y funcionamiento de la energía hidráulica desde la Edad Media en adelante.

Los indicadores de abundancia en el noroeste de Europa, vinculan el colapso de las poblaciones de salmón con el aumento del aprovechamiento del agua en la generación de fuerza-motriz desde la Edad Media en adelante. El número creciente de molinos está fuertemente correlacionado de forma negativa con la disminución de las poblaciones de salmón del Atlántico en algunas cuencas centroeuropeas. A finales de la Edad Media, las poblaciones de salmón en la cuenca del Paleo-Rin parecen haber disminuido en aproximadamente un 75%. Al final del siglo XVIII, cuando el número de molinos estaba en su apogeo y las extrapolaciones actuales que abarcan todos los períodos de tiempo desde principios de la Edad Media hasta 1900 indican disminuciones acumuladas de existencias superiores al 99,9% en ecosistemas del noroeste de Europa.

Historia Cántabro-Atlántica

No se dispone de suficientes datos confiables contrastados, con apoyo arqueológico, como para poder aseverar las evoluciones reales de las poblaciones Ibéricas a lo largo de los siglos. Pero, si hay datos sesgados de documentos históricos que pueden situarnos en los diferentes escenarios de las épocas pasadas. Existe constancia de la importación y distribución de cientos de barricas de salmón desde el siglo XVI en el mercado de Bilbao. Lo que hace pensar que las capturas locales eran insuficientes para alimentar a la población de la época.

En la cuenca del río Nalón (5000km2), cabe citar que, a finales del siglo XVIII las arcas municipales del Ayuntamiento de Pravia recaudaron en 1790, 283.808 reales procedentes de la pesquería de salmones. La cual, se efectuaba exclusivamente aguas abajo de su confluencia con el río Narcea en la zona próxima al mar (11km). El precio medio por pieza era entonces de seis reales, fijando con este dato la tasa de capturas en unos 43.000 salmones. El majestuoso Miño (17.000Km2), río ibérico salmonero más importante. En el cual, durante los siglos XVIII y XIX las observaciones sobre el número de salmones retenidos carecen de información bien documentada y difícil de cotejar. Aunque, a comienzos del siglo XX en la década de 1920 diferentes reseñas realizadas sobre capturas registradas en toda Galicia rondaban aproximadamente los 10.000 salmones/año, siendo evidente el sustancial aporte del Miño a la mencionada cantidad. Pero, en 1949 el maltrecho Miño, arrojo un total de 16 capturas registradas a caña y 103 salmones retenidos a red.

Cómo afectó sobre las poblaciones de salmónidos el aprovechamiento del uso del agua efectuado por los innumerables asentamientos y ciudades históricas a lo largo y ancho de su cuenca y el transcurrir de los siglos, sin pruebas arqueológicas es imposible de predecir. Resulta evidente que, el fracturado Miño puede no haber sido el río ibérico más proliferó en capturas de salmón durante la primera mitad del siglo XX.

Situación global contemporánea

En el año 2015  se capturó en todo el Arco Atlántico un total de 420.216 ejemplares de salmón mediante el ejercicio de la pesca recreativa (datos NASCO), de los cuales, se liberaron tras captura 187.895(44,7%). Podría ser factible que, entre el colosal Miño y el impresionante Nalón pudieran albergar en su seno la totalidad de ejemplares capturados en todo el Arco Atlántico en 2015. Siempre y cuando, ambos cauces gozarán de la salud de siglos lejanos. Pero, debemos enfatizar sobre las alarmantes dinámicas poblacionales observadas, durante espacios de tiempo muy reducidos, en ecosistemas con rangos de temperatura mucho más favorables que los Ibéricos. Y aún más, si cabe, sobre la modalidad de captura y suelta («pesca sin muerte») que no está cosechando los resultados esperados. Coincidiendo su práctica, paradójicamente para los pescadores pseudo-conservacionistas, con la mayoría de los casos donde los colapsos poblacionales son más preocupantes asociados a cortas ventanas de espacio-tiempo.

Entre, sacrificar para posterior degustación respetando los cupos estatuidos por el gestor para efectuar una pesca recreativa sostenible. O, agraviar a los salmónidos por diversión sin limitación, cuando las condiciones térmicas sean desfavorables. ¿Cuál de las dos es más racional aplicar?, ustedes mismos decidirán. Culpar al pescador recreativo tradicional del colapso poblacional, resulta irracional.