¿Qué es la fatiga pandémica?

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Carlos Castro

17 ene 2021 . Actualizado a las 10:01 h.

Es lo que nos empieza a sujetar a todos del cuello como una soga invisible. Es esa sensación de acostarse mal y levantarse peor. Es una congoja que se siente al tragar un nudo inexistente. Es una falta de aire que te lleva a notar un sudor frío en las manos que antes no estaba ahí. Es el corazón que, a veces, decide galopar solo cuando escuchas más restricciones o las restricciones sobre las restricciones. Es mirar a tu pareja con ojos perdidos y darte cuenta de que ella también tiene la mirada extraviada cuando parece que está observando a los niños.

¿Dónde está la nueva normalidad? ¿Dónde queda aquello de hemos vencido al virus y salimos más fuertes? Hay que gustarse mucho para atreverse a decir semejantes afirmaciones apresuradas sobre algo de lo que se desconoce casi todo. Ahora nos hacen creer que superar al virus es como surfear: primera ola, segunda ola, tercera ola. ¿Es todo una broma? Quieren que nos comamos sus normas como si fuéramos niños en la cola del colegio. El problema es que conocemos a muchos que donde están es en la cola de las PCR, en la cola del hospital, en la cola del ERTE, en la cola del paro.

¿Qué es la fatiga pandémica? Es que no podemos más. Nos quieren convencer de que estamos en los minutos de la basura del virus y es falso. Como tantas otras cosas que nos han dicho. Los minutos de la basura son esos minutos de un partido que no valen para nada porque ya has ganado el encuentro. No le hemos ganado a nadie. No hemos empatado con nadie. Más bien vamos perdiendo a lo grande. De derrota en derrota, hasta… Que no nos cuenten más historias para no dormir, total, no dormimos ya solitos.

La hostelería no es culpable de nada. Nuestros gestores son los culpables, son héroes del fracaso. Somos su pabellón de convalecientes. Deberían estar buscando las vacunas debajo de las piedras. No tienen otra tarea que hacer que vacunarnos a todos. Fueron ellos los que abrieron, desnortados, las ventanas de movilidad en la Navidad. Muchos les dijimos si de verdad eran tan importantes las Navidades después de lo que llevábamos pasado. No podíamos seguir con los encuentros responsables por videoconferencia que permiten las pantallas de hoy. Empecinados en equivocarse, aliviaron las restricciones en Nochebuena, Navidad y Reyes sabiendo que nos íbamos contra el muro. Eso no es responsabilidad. Es irresponsabilidad. Ahora estamos como en marzo del año pasado.

¿Por qué no nos confinan? No lo saben ni ellos. A veces dudo si distinguen la mano derecha de la izquierda. Ojalá llegue el día en el que recordemos todo esto como un sueño, un mal sueño o una pesadilla. Algo borroso que nos sucedió en el pasado y que nos hizo crecer. Un puñal que llevamos en el zapato durante meses y meses. Sí, estamos fatigados. Muy fatigados. El hallazgo de la ruina del cielo nos ha desmembrado. Contemplamos la desgracia como Nerón miraba arder Roma.