Bernabé Aguirre, el último romántico del Picu Urriellu

Esther Canteli
Esther Canteli REDACCIÓN

OPINIÓN

Bernabé Aguirre López, el que más veces ascendió el Urriellu, escanciando en la cumbre
Bernabé Aguirre López, el que más veces ascendió el Urriellu, escanciando en la cumbre

25 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Forma parte de la fascinante épica e intensa lírica del Picu Urriellu, al que le gusta llamar el Picu, como lo hacen los lugareños desde tiempo inmemorial.

De talante discreto, observador y silencioso, Bernabé Aguirre podría pasar casi desapercibido si no fuera por ese carisma irrepetible de duende de la verticalidad, que hace que sus pies de gato sean una especie de apéndice de su esencia más profunda.

Desde niño se curtió en la montaña, y no lo hizo en cualquier montaña, sino en una que es mágica: el Monte Sueve. Fue allí donde se forjó el pastor que viaja con él, cuando aprendió los secretos de este oficio en sus veranos de Cofiño, de la mano de sus abuelos y sus tíos.

Ya en la adolescencia decide seguir los pasos de su padre y entra en la Guardia Civil, donde pronto profundiza en la disciplina y vocación de servicio a los demás que siempre había vivido en el seno familiar.

Enseguida despunta el Aguirre escalador, alpinista, esquiador y espeleólogo que lleva por dentro y por fuera, y por supuesto el profesor y el rescatador de montaña, como miembro del GREIM, una de las secciones de élite de la Guardia Civil.

Y como alfa y omega de su vida, el icono de iconos, la mole eterna: el Picu Urriellu. A veces pienso que si el Urriellu fuera una bellísima dama llamada Julieta, Bernabé sería el más apasionado Romeo que William Shakespeare pudiera imaginar…

Lejos del halo marketiniano y mercantilista que reina en la actualidad en el mundo de la escalada y el alpinismo al máximo nivel, Bernabé se parece mucho más al espíritu de Gregorio Pérez de María. En realidad, es un cainejo del siglo XXI que ha puesto, yendo de primero, sus pies, sus manos y su mirada inteligente en la montaña, para que muchas personas pudieran alcanzar sus metas, y algo muy importante: lo ha hecho de forma totalmente desinteresada.

Lo que si agradece muchísimo, dada su humildad, es el cariño y la admiración espontánea de todos aquellos que sabemos el valor y el significado de lo que hace.

A mí me fascina su desapego a todo lo material, y su ausencia de ego. Y me encanta su personalidad, porque no es nada envidioso, lo cual es bastante excepcional en su mundo. Ya casi no quedan ejemplos así en el deporte y en la defensa de la naturaleza.

Evidentemente es historia viva del Urriellu, porque ostenta el récord de ascensiones -655- a esta montaña sagrada.

Pero esta circunstancia se queda casi en un segundo plano ante su nobleza, que se aproxima a la de su admirado Marqués de Villaviciosa, pero sin título nobiliario. Y es que precisamente las personas y profesionales como Bernabé hicieron posible que la montaña sea la casa de todos, y no la de una élite o un grupo de privilegiados.

Como lo fueron en su día Pedro Pidal y Gregorio Pérez de María, Bernabé Aguirre es un héroe singular y un patriota, capaz de hacer alcanzable lo que a casi todos nos parece inexpugnable. Y como les ocurrió a ellos, sus actitudes y aptitudes en la montaña están reconocidas con escasa generosidad en su tierra.

Pero como todos los grandes, el ejemplo y testimonio de su romanticismo en la naturaleza nos conduce siempre a la cumbre de nuestros sueños…