Un misil descontrolado en la Casa Blanca

Jesús Soberón
Jesús Soberón REDACCIÓN

OPINIÓN

Joe Biden, elegido 46.º presidente de Estados Unidos
Joe Biden, elegido 46.º presidente de Estados Unidos JIM BOURG

25 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ben Rhodes formó parte del equipo de jóvenes del partido demócrata que auparon a Obama en las elecciones de 2008. Se incorporó a la campaña en 2007 como redactor de discursos y, tras la victoria demócrata, formó parte del núcleo duro de confianza del presidente en la Casa Blanca. Es autor de un libro, El mundo tal y como es: Cambiar el mundo desde el ala oeste, que George Parker, en su reseña del New Yorker, calificó como «la visión más cercana de Obama hasta que publique sus memorias».

Afortunadamente, acompaña esa visión de Obama con la de otros personajes relevantes de la Casa Blanca y el Capitolio. Entre ellos, Joe Biden, el entonces vicepresidente. El libro tiene la enorme virtud de estar escrito antes de la resurrección de Biden convertido en la esperanza demócrata contra Trump, cuando parecía definitivamente jubilado tras la pedrea de la vicepresidencia con Obama. Gracias a ello, Rhodes se expresa sobre su compañero de partido y gabinete con una franqueza impensable de haber intuido que, al tercer intento y tras medio siglo años en política, Joe Biden llegaría a ser el presidente de los Estados Unidos.

La primera referencia sobre Biden en el libro es el retrato de un abuelo pesado al que nadie hace caso, atormentando a cada desgraciado que atrapa en los pasillos de la Casa Blanca: «A sus sesenta y seis años -tenía veinte más que Obama, y además era partidario de un estilo de política más anticuado-, caminaba por los pasillos del ala oeste deteniéndose a charlar con la gente, cogiéndote del brazo y manteniéndote bien agarrado mientras te hablaba». Añade Rhodes que Obama «llegó a quererlo con el sentimiento casi protector de devoción que se profesa por un familiar de mayor edad».

Como asesor adjunto de seguridad nacional, Rhodes asistía a las reuniones de la Sala de Crisis. En ese lugar donde se decide la suerte de millones de personas, Rhodes abandona la condescendencia y se recrea en la caricatura de Biden. Relatando los detalles de la reunión que decidió el envío de tropas a Afganistán, remata el retrato del vicepresidente con una frase demoledora: «En la Sala de Crisis, Biden podía convertirse en una especie de misil descontrolado». 

Sin salir de la Sala de Crisis, en su reunión más mediática del siglo XXI, la que decidió asaltar la casa de Pakistán donde se escondía Bin Laden, Joe Biden vuelve a emerger superado por el lugar y el momento, rechazando en solitario la operación que finalmente acabaría con la vida del responsable del 11-S: «Biden se oponía, y se explayó hablando de la catástrofe que se podía desencadenar en Pakistán: un enfrentamiento a tiros en el lugar de la operación, amenazas contra nuestra embajada y la ruptura de relaciones diplomáticas». 

Es seguro que Ben Rhodes habrá intentado buscar un sentido y un contexto para matizar aquellos párrafos dedicados al hoy presidente Biden. Difícil tarea desdecirse para el autor del discurso de Obama en la Universidad de El Cairo, acostumbrado a calibrar el peso y las consecuencias de cada verbo que escribe. Las carencias y excesos de Biden, de los que las palabras de Rhodes son sólo una muestra cualificada, estuvieron en segundo plano durante la campaña gracias a la magnitud de los de su monstruoso oponente. Tal vez por eso, y no sólo por su edad, el aparato mediático del Partido Demócrata haya potenciado como nunca la figura de la vicepresidenta, Kamala Harris, la nueva y enésima esperanza ilusionante (esta vez mujer, negra, asiática y americana) de los parias de la tierra.