Lo que generamos

Diego Valiño
Diego Valiño REDACCIÓN

OPINIÓN

JL Cereijido

05 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los argumentos que más he escuchado durante mucho tiempo sobre los salarios que tienen los futbolistas de élite y el coste que asumen los clubes en sus fichajes es que el beneficio final que generan a nivel mundial justifica esas cantidades tan abultadas. Cuesta pensar que esto pueda ser así, pero si vamos a la teoría capitalista en la que nos movemos entre el juego de la oferta y la demanda, debemos ser autocríticos todos, porque cada uno de nosotros contribuimos a que precisamente una estrella del fútbol sea capaz de ganar ese dinero. Quizás en momentos como el actual donde la economía de las familias y las empresas están a duras penas aguantando se haga difícil explicar los motivos de estos contratos, pero en el penoso 2020 los que ya eran ricos terminaron el año siendo más millonarios. Así que, nos guste más o menos, vamos cada vez más a un ambiente del sálvese quien pueda y en el poder lo va a dictaminar el dinero.

Antes de la pandemia el comercio electrónico ya estaba en expansión, pero ahora mismo con los confinamientos y la paulatina transformación de nuestros hábitos de consumo, hemos generado que los medios telemáticos (webs, APP…) sean nuestra tienda, nuestro restaurante o nuestro banco. Estamos asumiendo realizar a través de internet cualquier trámite. ¿Qué es lo que toca? Puede que sea así, pero asumamos que cuando veamos a un rider o a un repartidor de Amazon, que esa nueva filosofía de negocio y puerta para el empleo la estamos generando nosotros con nuestras compras. Pensemos en que la otra cara de la moneda provoca que con nuestras decisiones generamos el cierre del pequeño comercio o que cada vez haya menos sucursales bancarias. Hasta incluso los medios de comunicación han tenido que reinventarse y usar las redes sociales para relacionarse con su audiencia con el fin de no perder su influencia en generar información y opinión.

¿Y es bueno que se generen nuevos cauces para buscar empleo, para impulsar un negocio y para ir a un mundo cada vez más virtual a través de una pantalla o nos estamos pegando un tiro en el pie como seres sociales? ¿Debemos seguir renovándonos acorde a las nuevas necesidades del momento o nos conviene morir por una cuestión de orgullo y de convicciones? Pues es una buena pregunta. Con todos los debates sobre los youtubers en fijar su residencia en Andorra para pagar menos impuestos que en España, mi pregunta es si a veces generamos una nueva manera de ganarse la vida (grabándose mientras se juega a un videojuego, fotografiándose para ser un influencer…) o si en realidad estamos ante una burbuja que como anteriormente ocurrió con el sector inmobiliario acabará pinchando. No lo sé. Yo reconozco que no sabría decirle a una persona de 17 años qué debería hacer, más allá del tópico de «haz lo que te gusta», pero igual su visión es que tiene más posibilidades de triunfar en la vida si abre una cuenta en Twitch a si va a la Universidad. Me imagino que las personas que hemos nacido en los 80 y 90 tendremos la sensación de que nos prometieron un futuro digno y, lamentablemente, dos crisis muy consecutivas se han encargado de ponernos muy difíciles las cosas.

Toca trabajar por un modelo social justo para garantizar la igualdad de oportunidades o, de lo contrario, ganará la ley del más fuerte, es decir, el imperio del dinero. En nosotros mismos está cambiar el rumbo de los hábitos y las costumbres que hemos generado.