Provocación

OPINIÓN

Ecos de un gobierno roto. Ignacio Aguado, de Ciudadanos, mira a Isabel Díaz Ayuso, que esgrime un adoquín en una sesión parlamentaria en Madrid, el 18 de febrero del 2021
Ecos de un gobierno roto. Ignacio Aguado, de Ciudadanos, mira a Isabel Díaz Ayuso, que esgrime un adoquín en una sesión parlamentaria en Madrid, el 18 de febrero del 2021 Marta Fernández Jara | Europa Press

13 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana empezó el día 8 de marzo. El Gobierno de izquierdas prohibió la manifestación del Día de la Mujer en Madrid por cobardía o paternalismo, Ayuso prohibió a Montero pisar institutos por si destiñe, Casado jugueteó con muertos y mentiras porque en su partido 17 años no son nada, Sanz Montes dijo vivir en zozobra por la guerra de sexos y añorar una desigualdad civilizada y en paz, el saludo fascista se alza sin disimulo en las apariciones de Vox y en su rumor burbujea como una espuma la palabra Caudillo, Ayuso pide libertad para Madrid y llora la violencia sobre los varones, grupos ultracatólicos escriben sobre fondo morado que ser madre es lo único, la misma Ayuso convoca elecciones (había dicho que las elecciones anticipadas eran una irresponsabilidad, pero no dijo que eso fuera malo) y Arrimadas, que había implorado un tránsfuga en la investidura de Sánchez, ahora tiene tres en Murcia. El Rey cumple su papel constitucional de estar ahí.

En 1997 Ruiz Mateos se presentó al juzgado vestido de Supermán y haciendo ademanes circenses de superhéroe. ¿Estaba loco, hacía el ridículo o provocaba? Diríamos que estaba loco si lo hacía en serio y de verdad se creía ciudadano de Krypton. Porque si es provocación, no va en serio. «Es un provocador» es una frase que se dice con media sonrisa para disculpar lo que no se puede defender en serio. Los acólitos de Piqué lo decían cuando sus tarugadas no admitían otra excusa. Había pasado antes con Gustavo Bueno. Excluida la locura, queda lo interesante, lo que diferencia el ridículo de la provocación. La diferencia es sobre todo el refuerzo grupal. Si una persona normal enseña el culo en la vía pública, notará que sus conocidos cambian de acera abochornados porque hace el ridículo. Pero no es ridículo si tiene un grupo detrás que jalea la audacia. Entonces provoca (la gamberrada es solo una provocación de perfil bajo). La provocación es una conducta grupal que desafía a una población vulnerable. Aunque el provocador sea uno, tiene que haber un grupo complacido con la afrenta y enojo de los desafiados. Los provocados tienen que percibir una claque grupal para sentir que la audacia es un ataque y no una excentricidad bufa. Cuanto más vulnerable sea el grupo al que se quiere incomodar, más apetece la provocación como forma de enfrentamiento. Los grupos más escandalizables suelen ser la Iglesia y la izquierda. Los dos sienten sagradas o elevadas sus convicciones y tienen fácil la indignación. Les falta pragmatismo. La provocación busca precisamente la reacción, que el provocado se desvíe de lo que está haciendo y que su ruta sea un culebreo sin rumbo ni propósito. Busca sacar de quicio. Como la rima, la provocación no es buena ni mala, es solo un recurso. A veces sirve para dinamizar lo que está amodorrado, para romper esquemas o para dar un meneo a algún establishment que lo merece. Otras veces la provocación es la manera en que los brutos arman camorra, se hacen ver como grupo y bravuconean.

La provocación es parte de la estrategia de la extrema derecha. Utilizan la mentira en forma de bulos breves de fácil repetición y propagación. Mienten sobre los inmigrantes, sobre la violencia machista, sobre la Constitución, sobre la historia, sobre España, sobre la libertad, sobre los ricos y sobre los pobres. Y provocan varias veces en cada frase metiendo términos disparatados (socialcomunista, paguita, progre, dictadura, subvencionados …), de manera que el impulso de negarlos de uno en uno desquicie la réplica rival en bandazos que no forman un discurso. Hacen pasar su brutalidad por el contrapeso virtuoso de vicios visibles de la vida pública. Como está bien a la vista que los políticos mienten, cambian opiniones por conveniencia y oscurecen sus propósitos en oropeles evasivos de palabras, pretenden que la barbarie que predican y la zafiedad con que atacan derechos y grupos humanos es «hablar claro y sin tapujos» donde los demás ocultan, «ser valientes» donde los demás no se atreven y «ser auténticos» donde los demás cambian de chaqueta. Disfrazan la brutalidad de autenticidad. Por eso, cuando algún famoso les da su apoyo fingiendo dignidad, siempre apelan a su valentía o a los huevos que le echan. Y parte de razón llevan. El lenguaje coloquial conoce el uso negativo de la palabra «valiente» en expresiones como «valiente idiotez»; hay niveles de idiotez o degradación que, ciertamente, requieren tenerlos cuadrados. Cuanto más se reduzca la vida pública a provocaciones y réplicas, menos rumbo se percibe y más en su terreno están los que más tienen que ocultar su verdadero rumbo.

El veneno de la extrema derecha se extiende fácil porque está en dosis reconocibles en el PP. La convocatoria anticipada de elecciones en Madrid no es un volantazo, es un suma y sigue de este juego de provocaciones de Ayuso y Vox. MAR no conoce otra forma de hacer política que rebajarla al fango. Desde el comienzo de la tragedia de la pandemia, Ayuso se desentendió de muertes y ruinas y solo se dedicó a una propaganda basada en la provocación. Su única gestión consistió en gestos populistas, que llegan hasta esperpentos como el Isabel Zendal, y en rozar el negacionismo por la obsesión de ser percibida como antagonista del Gobierno. Predicó una cosa y la contraria, igual decía que Madrid estaba intervenido por un gobierno estalinista que estaba abandonado por el Gobierno, agita la madrileñofobia y a la vez exige sin empacho que Madrid tenga trato privilegiado, lo mismo lloraba por los muertos que despreciaba las normas sanitarias porque la bolsa es antes que la vida y denostó sin rubor a los barrios humildes del sur por ser barrios humildes.

No está loca ni se chuta nada. Es la provocación de quien distrae porque tiene que ocultar, son las maneras de MAR. Convocar elecciones anticipadas es solo otro movimiento de protagonismo y desquiciamiento. Está por ver el resultado. No sé si MAR está teniendo en cuenta que ese fango al que le gusta rebajar la política tiene habitantes nativos que los pueden devorar. Tampoco sé si estarán volviendo a subestimar a Pedro Sánchez: lo subestimó Rajoy, luego Susana Díaz, luego Pablo Iglesias, luego Felipe González, luego otra vez Susana Díaz y luego la caverna en pleno con la pandemia. Está por ver quién pesca en el río que Ayuso revuelve sin término. Puede ocurrirles lo contario de lo que les viene ocurriendo con otros conflictos territoriales. Dado que no tienen votos en el País Vasco y Cataluña, azuzan la conflictividad en esas comunidades para conseguir más votos fuera de ellas. Podría ocurrirles lo contrario y que la mejora electoral en Madrid les cueste votos en el resto de España, cada vez más hosca con el vedetismo capitalino que intenta ostentar Ayuso. Todo apunta a que pueden perder el centro, geográfico o  político. O se moderan y pierden Madrid porque necesitan los votos de los fachas, o se radicalizan para conservar Madrid y pierden el espacio moderado en la mayoría de España. Y no será para C’s, que ya no cuenta. Será para Sánchez. Todo es hablar por hablar, porque nadie tenía prevista esta situación, el PP tampoco. Ayuso hundió el barco a ver qué pasa. La pandemia sigue siendo una devastación. El declive económico se puede tragar a una generación y a varios territorios. El desorbitado gasto público que se avecina con los fondos europeos es casi una redefinición del país. Pero MAR, Ayuso y los fachas llevan toda la pandemia mostrando que ven así la política, como una serie de pisos que se pueden ir dinamitando a ver qué pasa en la caída. Y la corrupción brota en sus feudos como el verdín en la humedad. En Murcia C’s acusa al PP de corrupción y el PP ejerce de corrupto comprando a tres diputados de C’s. Así C’s tiene la razón y el PP el botín. ¿Habrá mejor ejemplo de armonía?

Este circo es el esenario que busca el fascismo para meter baza. Los obsesionados con los extremismos no deben olvidar la diferencia que hay entre la extrema derecha y la extrema izquierda. Es la diferencia que Mafalda le explicaba a Guille entre las madres y los fantasmas: que los fantasmas no existen, pero las madres sí.