El trumpismo está vivo en España. ¿Dónde? En Madrid. Entre la aguerrida hueste de simpatizantes de partidos como Vox, que lleva varios días en Twitter, YouTube y otras redes repicando el penúltimo delirio de la presidencia del magnate neoyorquino: aquel de que el voto por correo está amañado y solo sirve para aumentar las posibilidades electorales de la izquierda.
Los mismos mensajes que se formularon hace meses al otro lado del charco se repiten ahora aquí tras la convocatoria de elecciones en Madrid. Suelen contener la palabra pucherazo, sin más pruebas o base real que las clásicas teorías de la conspiración que solo pueden comprar los muy ideologizados o los muy aburridos. Dicen también que las elecciones en Cataluña fueron amañadas. Una vez más, solo es aire lo que sostiene tanto esas acusaciones como las que van dirigidas contra las empresas que difunden el escrutinio provisional (y que no recuentan votos). Tampoco faltan los que llegan a decir que los contagios de covid «son inventados» y los vinculan con el proceso electoral.
¿Cuál es el objetivo de los que promueven estas trolas e insidias? En primer lugar, aumentar el ruido y la polarización. En segundo, aumentar el porcentaje de ciudadanos desafectos con el sistema, el perfecto caldo de cultivo para que prospere el autoritarismo. Ese que tanto les gusta a los que se bajan la mascarilla para clamar, megáfono en mano, por la libertad, pero solo por la de los suyos.
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