El bipartidismo regresa con fuerza

OPINIÓN

El presidente Pedro Sánchez y el líder de la oposición, Pablo Casado, en una reunión en la Moncloa
El presidente Pedro Sánchez y el líder de la oposición, Pablo Casado, en una reunión en la Moncloa Eduardo Parra | Europa Press

La debacle de Cs y el descenso de Podemos dan un vuelco al escenario político. Las elecciones de Madrid, claves para la configuración de la política española

21 mar 2021 . Actualizado a las 10:13 h.

El hundimiento electoral de Ciudadanos, ahondado por el fracaso de la moción de censura que presentó en Murcia, al que ha seguido la fuga de tránsfugas y parlamentarios, ha dado un vuelco al escenario político. Por su parte, Podemos baja en cada cita electoral. ¿Supone esto una vuelta al bipartidismo imperfecto que duró hasta el 2015? Los politólogos consultados por La Voz lo analizan. 

EL NUEVO ESCENARIO

El desgaste de los nuevos partidos. «Algunos analistas veníamos adelantando hace tiempo este escenario, ya que se veía un proceso paulatino de desgaste asociado a no haberse mostrado como partidos útiles», asegura Santiago Martínez. También, «una serie de malas decisiones estratégicas les han pasado factura, especialmente a Ciudadanos, que no tiene una masa militante ideológica bien definida y numerosa, por lo que su capacidad de fidelizar al electorado y conformar un suelo electoral claro es más complejo». En ese sentido, Podemos «tiene más resistencia y una estructura militante más definida y por eso parece aguantar algo más». Pero «un mal resultado en Madrid podría poner en cuestionamiento el sentido de toda la formación a nivel estatal». Cree que «estos nuevos partidos han perdido la oportunidad de usar su poder para exigir corregir carencias de un sistema político que con el bipartidismo adopta deficiencias importantes». Martínez señala que Galicia es «un ejemplo de cómo la sociedad está girando a la estructura de partidos de hace más de una década, y lo hemos visto en sus últimas elecciones».

Sostiene que «esa capilaridad y estructura territorial es la que define al bipartidismo y es la que le hizo resistir en los momentos de mayor crecimiento de otras opciones tanto en la derecha como en la izquierda». En su opinión, «el siguiente paso será procesar cómo actúan Vox y PP en este escenario, pues Vox no solo resiste, sino que crecen sus apoyos».

LABORATORIO POLÍTICO

Principio y fin en Galicia. «Todo esto de la nueva política empezó en Galicia en el 2012, con un fraccionamiento del arco parlamentario y la entrada de AGE, como sabemos, asesorados por los que terminarían como líderes de Podemos, y todo esto puede ser que vuelva a terminar en Galicia, con un Parlamento que en julio del 2020 se quedó tan solo con tres fuerzas políticas», afirma José Rama. Es decir, «Galicia ha sido una suerte de laboratorio político que dio inicio a lo que luego se vio en el 2015 a nivel autonómico y de elecciones generales, y Galicia puede ser ahora, de nuevo, el germen de la vuelta al bipartidismo imperfecto o multipartidismo moderado, si se prefiere, que ha caracterizado a España desde principios de los 80 hasta el 2015».

FIN DE CICLO

Vox aparece con fuerza. Para Carmen Lumbierres, estamos ante «el fin del ciclo que comenzó en el 2015 con los 40 y 42 diputados de Ciudadanos y Podemos respectivamente, pero eso no significa que no se mantenga el pluripartidismo, porque aparece Vox con fuerza compitiendo abiertamente con el PP». En cuanto a Podemos, «parece ocupar un ámbito más delimitado, el de IU en sus mejores resultados. Y «no hay que olvidar la fuerza de los partidos regionalistas, localistas, que ya aparecieron en las pasadas elecciones como reacción a la percepción del centralismo político, del peso de Madrid».

CONCENTRACIÓN DE VOTOS

PSOE y PP, los valores más seguros. «Ateniéndonos a los datos de los escenarios electorales más recientes y de los que ofrecen actualmente las encuestas, se adivina una tendencia favorable a una mayor concentración de votos en PSOE y PP, pero no hasta el punto de volver a reeditar las mayorías amplias de que disfrutaron durante décadas, con la mayor concentración de escaños conjuntos en las generales del 2008», opina Carlos Barrera. 

«Hay que descontar las especificidades de Cataluña y el País Vasco, que presentan balances diferentes a este respecto», añade. En todo caso, «PSOE y PP aparecen ahora como los valores más seguros en la izquierda y en la derecha, debido tanto a factores internos como su tradición y su fuerte implantación territorial, como a factores externos derivados de errores estratégicos cometidos por Cs y Podemos, que estuvieron no hace mucho a punto de sobrepasarles como referentes».

Los pros y los contras de un sistema que busca estabilidad 

¿Qué tuvo de positivo y de negativo el bipartidismo? «Sus críticos aseguran que excluye a las minorías, algo que lo convierte en poco democrático y poco representativo de la sociedad», asegura Lumbierres. Pero «el bipartidismo también tiene sus defensores por la estabilidad política que proporciona; al tener grandes mayorías en el Congreso, los partidos no están siempre en negociaciones inestables y las crisis políticas son menos frecuentes».

«La Constitución y el sistema político fruto de la transición se diseñó con la idea de que los partidos fueran órganos con fuerte poder institucional para conferir estabilidad a la democracia», argumenta Martínez. «Esa estabilidad ha permitido facilitar el despegue y posterior crecimiento económico, pero al ir vinculada a la concentración de poder de los partidos, este sistema no ha demostrado ser lo más transparente, con importantes casos de corrupción asociados a la financiación de los partidos y a la gestión de los gobiernos», concluye. 

Mayor estabilidad

«Todo régimen básicamente bipartidista, como el de España hasta el 2015, tiene la ventaja de aglutinar en dos grandes opciones sensibilidades políticas diversas de derecha e izquierda, y ocupar también, PP y PSOE, el espacio de centro», sostiene Barrera. «Esto otorga al sistema mayor estabilidad interna, menos vaivenes, menos llamadas anticipadas a las urnas a nivel nacional o autonómico, lo que conlleva repercusiones económicas generalmente positivas», explica. Visto desde otra perspectiva, «ese bipartidismo ofrece menos alternativas de voto a los ciudadanos y, en cierto modo, empobrece la democracia participativa». En su opinión, «la aparición de nuevos partidos en el tablero político, como Podemos, Cs y Vox, ha permitido a los votantes comparar mejor las diferencias entre unos y otros, y ver que tanto en la derecha como en la izquierda, y en el espacio intermedio del centro, hay más matices que valorar». «A la clase política le ha obligado además a la necesidad de pactar más que antes entre diferentes y/o afines para sacar adelante gobiernos y legislaturas, en una especie de test de madurez democrática a lo que no estábamos tan acostumbrados», señala. En todo caso, «la nueva política que decían representar Cs y Podemos ha caído en los vicios habituales de la vieja política que querían regenerar».

Según Rama, «el mal llamado bipartidismo, porque en realidad en España lo que hubo fue la concentración electoral en dos grandes partidos, pero un Parlamento con mucha representación de formaciones de ámbito no estatal, muchos de ellos con capacidad de condicionar el Gobierno, trajo estabilidad y capacidad de toma de decisiones a los gobiernos». 

Corrupción

Con ello, «los niveles de polarización política fueron realmente bajos y, mientras cuestiones relacionadas con la economía y el Estado del bienestar ocupaban un primer plano, la política y los partidos eran algo secundario». Ahora bien, «la cartelización de los partidos tradicionales [abandono de sus votantes y refugio en las instituciones] junto con la corrupción que ha salpicado a los partidos tradicionales, provocaron un abandono y hartazgo del elector, una generalización de la apatía política y, hoy en día, una tremenda división de la sociedad».

Las elecciones de Madrid, claves para la configuración de la política española 

¿Cuál es el actual escenario político? Para Rama, estamos ante «un escenario incierto en ambos lados del espectro ideológico». El movimiento de Iglesias «parece un claro indicio de abandono por parte del capitán del barco en el que hasta el momento navegaba». Además, «puede interpretarse como una suerte de refundación de Podemos que, desde el 2015 ha ido bajando en apoyo electoral». En la derecha, «parece estar clara ya la suerte que va a correr Cs, terminando por desaparecer a nivel nacional, y queda por ver hasta qué punto Vox podrá seguir arañando escaños a la derecha».

«Si el PP consigue en Madrid una mayoría cercana, en mayor o menor medida, a la absoluta, se reforzará internamente y podrá recuperar terreno de cara a las próximas generales, no sabemos si anticipadas o no», asegura Barrera. «Si Iglesias fracasa en Madrid, su refundación con Yolanda Díaz a la cabeza sería con un tipo de liderazgo bastante distinto y de incierto resultado, aunque podría abrirse a la colaboración con Más País», añade. Por su parte, «el PSOE va a jugar la carta de la centralidad como hizo con Illa en Cataluña». Pero a quien «más le va la vida en los comicios madrileños es a Cs; de no obtener representación, nadie entendería la continuidad de Arrimadas como presidenta del partido». «Liquidar el partido sería quizás contraproducente porque posee aún poder autonómico y municipal, pero no puede descartarse», concluye. 

Escenario convulso

Martínez considera que «salvo milagro, Iglesias apunta a que estará en la oposición o conformando un gobierno multipartito, por lo que de nuevo se diluirá la imagen de partido con opciones reales de gobierno, y el proceso de pérdida de peso electoral seguirá». También «habrá que ver cómo influye en ese bipartidismo el peso de Vox en la derecha, particularmente al PP, que se quedaría descompensado respecto al PSOE si lo comparamos con el bipartidismo tradicional antes del 2011».

«Seguimos en un escenario convulso de ruptura del modelo bipartidista más los poderosos nacionalismos vascos y catalán y en un tránsito hacia no se sabe qué modelo con partidos que emergen e implosionan con mucha rapidez», sostiene Lumbierres. «Se crean tan rápido y con tanto empuje como se destruyen», añade. «Los nuevos partidos no han tenido la implantación territorial de los tradicionales y eso es fundamental para articular un partido con sus bases y no solo dependiendo de los cargos públicos», destaca.