España, en manos de dos gallegas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

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01 abr 2021 . Actualizado a las 10:18 h.

Una nació en Fene y lleva en sus genes un alma sindicalista, últimamente matizada por sus negociaciones con la patronal. Otra tiene orígenes familiares en Lalín, nació en A Coruña, se educó en Madrid y sus genes son socialistas, suavizados por el pragmatismo de Bruselas. Entre sus lugares de nacimiento -«de nación», diría Cunqueiro- hay una distancia de 45 kilómetros, menos de media hora por la AP-9, y menos de lo que ambas tardan en llegar desde sus ministerios al palacio de La Moncloa.

Una es militante del Partido Comunista de España, cuyo secretario general acaba de ser ascendido a secretario de Estado. Otra no tiene militancia en su currículo oficial, pero nadie duda en calificarla como muy identificada con el PSOE y personalmente con Pedro Sánchez. Quiso el destino que ambas estuviesen llamadas a suceder a Pablo Iglesias. Una, como líder del sector de Unidas Podemos en la coalición PSOE-Unidas Podemos e incluso como futura candidata a la presidencia del Gobierno. Otra, como vicepresidenta segunda, aunque su responsabilidad siga siendo la dirección de la economía.

Ambas están empatadas en el aprecio del presidente Sánchez, pero no en el de Pablo Iglesias. Una fue vista ayer en las fotos rodeada por el afecto del vicepresidente dimitido, como complemento de las palabras que este le dedicó al anunciar que dejaba el Gabinete y depositaba en ella todas sus esperanzas. Otra tuvo una relación marcada por el conflicto. Fue el dique de resistencia ante la mayoría de las propuestas de UP. Fue la que paró el acuerdo con Bildu para la reforma laboral integral. Es la persona de confianza del poder económico en el gobierno más izquierdista que tuvimos en España.

Con esas credenciales comenzaron su nueva etapa política Yolanda Díaz y Nadia Calviño, aunque la ortodoxia del protocolo exigiría citarlas por otro orden. Son dos gallegas de orígenes ideológicos diferentes, con apoyos frecuentemente enfrentados y con detalles que anuncian una convivencia compleja, por no decir difícil. Pero sobre ellas descansan los dos principales desafíos que este país tiene por delante: superar la gravísima crisis económica y afrontar la reforma de la legislación laboral que ayer mismo volvió a reclamar Bruselas como una de las medidas fundamentales para la concesión de los Fondos de Recuperación. Y sobre ellas y su capacidad de entendimiento descansa también la continuidad de la coalición.

El tiempo dirá cómo es esa convivencia. Hoy solo pretendo resaltar lo que dice el título de esta crónica: que gran parte de nuestro futuro depende de dos mujeres gallegas. Y lo más insólito, o por lo menos nunca visto: dos gallegas de izquierdas. Hasta ahora solo habíamos visto a mujeres del Partido Popular. En otros tiempos las dos vicepresidentas resolverían sus diferencias en torno a un lacón con grelos y unos percebes. Ahora nada es tan sencillo.