Fatiga pandémica: insomnio, ira, miedo

Manuel Serrano Vázquez, jefe del Servicio de Psiquiatría de A Coruña-Cee PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

CAPOTILLO

30 may 2021 . Actualizado a las 21:42 h.

Los efectos emocionales de la pandemia que estamos padeciendo, ya por un año, no solo vienen a afectar a quienes se contagian, sino a todos los ciudadanos. Nos resulta imposible encontrar en la historia de los cien últimos años una amenaza comparable a esta pandemia, que está suponiendo un acontecimiento más allá de la experiencia humana habitual, originando un acontecimiento de primera magnitud para nuestra capacidad de adaptación, por su duración, por la incertidumbre sobre nuestra vida y nuestros hábitos.

La pandemia implica fuentes de estrés intensas de diversa naturaleza, provocando respuestas que se extienden desde pequeños desajustes y malestares (inquietud, temor, cambios de humor, irritabilidad, apatía, insomnio), que tienen una duración de entre algunos días o unos pocos meses, hasta respuestas desadaptativas que persisten y se cronifican más allá de este período agudo (ansiedad, miedo, ira, aislamiento, conductas de evitación, flashbacks, problemas de sueño, sensación de embotamiento, abandono de actividades habituales, desesperanza…).

De entre todas ellas, la fatiga es una de las consecuencias más incómodas e inesperadas que nos ha traído esta pandemia. Se define como un cansancio crónico que despiertan las reiteradas emociones promovidas por información excesiva, alertas permanentes, miedo, recomendaciones sobre el cuidado y la prevención, así como las noticias persistentes sobre el nuevo coronavirus. Manifestamos a menudo que estamos agotados. Y lo estamos por muchos motivos. Uno de ellos es el derivado de la enfermedad. El virus agota. Pero no solo estamos exhaustos porque nos hayamos infectado, podemos encontrarnos así por otras causas como el aislamiento social, el miedo al contagio, la pérdida de seres queridos, de trabajo... la enorme incertidumbre que abarca lo cotidiano, el estado de hipervigilancia para evitar caer enfermos, lo que fuerza nuestro sistema hormonal y endocrino de manera constante. Este estado nos hace más vulnerables ante ciertas patologías como la ansiedad o la depresión

Según la OMS, padece fatiga pandémica cerca del 60 por ciento de la población. Al igual que nos cuidamos físicamente cuando nos ponemos mascarillas o atendemos las normas de seguridad, tenemos que prestar especial cuidado a nuestro bienestar interior.

Para atenuar la llamada fatiga pandémica, los expertos recomiendan reconocer los sentimientos que tenemos o manifestamos, replantear los pensamientos. Potenciar y practicar sentido del humor, fortalecer los lazos familiares y vínculos sociales, aunque sea de manera virtual, reunirse al aire libre, relajarse. Realizar actividades que nos recarguen de energía positiva, recuperar aficiones, leer, jugar, reírnos y, aunque sea de manera virtual, compartir un tiempo agradable con nuestros amigos y con nuestros seres queridos.