Costes de obras increíbles

OPINIÓN

Imagen del argayo
Imagen del argayo

Apuntes en torno al último argayón (de momento) en el concejo de Salas

25 abr 2021 . Actualizado a las 09:38 h.

Nací en Salas y transité siempre con frecuencia por la N-634. Durante los últimos años no he dejado de sorprenderme con el despliegue de maquinaria que trata de domar montañas, ríos y lo que se le ponga por delante, a propósito de una autovía bien necesaria que se construye atravesando el concejo.  He parado mi coche más de una vez para observar la magnitud del destrozo y la eliminación de lo natural con medidas extraordinarias que, sin embargo, no han sido suficientes.  Y quiero hacer algunas reflexiones en torno a los costes, algunos costes, que podemos asociar al tinglado.

Debo confesar mi admiración por los viejos proyectos de ingeniería. Cada vez que paso por el desfiladero de Los Beyos, por Peñas Juntas, por La Malva o por la vía de Pajares pienso en la complejidad de los trazados y la ejecución de obras impresionantes. Y no es que proceda utilizar ahora los limitados medios del pasado; el mayor conocimiento de todo tipo, la utilización de CAD, la maquinaria disponible, incluso las posibilidades  presupuestarias deberían alumbrar unas obras magníficas, si bien condicionadas por las características biogeofísicas del territorio. 

Asturias tiene ríos, desfiladeros, montañas, suelos diversos… un montón de  características que poco se parecen a las de las comunidades autónomas al sur de la Cordillera Cantábrica. Hacer grandes obras resulta muy complejo, y exige un esfuerzo importante. Habría que repensar el marco normativo, esas exigencias que cabe plantear en la Meseta Central pero que resultan poco menos que imposibles en este país. Y sería preciso hacer un esfuerzo inmenso en toda la labor previa a la construcción, empezando por los proyectos.

La complementariedad de conocimiento y participación se ha tenido muy en cuenta en Estados Unidos desde los años sesenta y algo más tarde en Europa. Dado que se ha acumulado mucha información, que es accesible y aplicable, que existen procedimientos para integrar ese conocimiento, la tecnología y la dimensión social, es importante que no se quede todo en una aplicación burocrática rutinaria. Pero me temo que algo así suceda, que se contrate a sin mucha preocupación un proyecto en el que no se pueda completar un trabajo de campo que permita tener en cuenta cuestiones que no aparecen en la magnífica información previa. 

Ahorrar en un proyecto es cosa de locos, supondrá una obra peor realizada, más tiempo, continuos incrementos de costes al ejecutarlo y puede que con cambios drásticos. Hay un caso que bordea lo inimaginable, una carretera diseñada por el mismo lado del río por donde discurría la antigua pasó a hacerse al otro lado del curso fluvial, rozando el poblado minero de Bustiello.  También en otras ocasiones se han planteado problemas por evitar afectar un punto determinado o por haber ocupado absurdamente espacios necesarios para las infraestructuras, algo que saben bien en la comarca oriental. Si repaso la geografía y los problemas constructivos me vienen a la cabeza sobrecostes para construir el Área de Buferrera, en Picos, los problemas del Polígono de Olloniego y las obras de Puerto Vega, todo ello de muy diverso tipo pero con algo en común: haber ignorado ciertas condiciones.

La zona entre Villazón y La Espina exige trabajar con mucho cuidado. Y no es una opinión, los hechos lo demuestran: es la tercera vez que se produce un argayón en poco más de un decenio:

-Villazón, 2010. Un argayu obligó a hacer una variante, que es la que se ha venido utilizando estos últimos años.

-Porciles, 2016: esto supuso ocho meses de corte de la calzada y más de 4 millones de euros de coste de las obras necesarias para la reparación de algo que era nuevo.

-Casazorrina, 2021, un gran destrozo que está por ver cómo puede ser solucionado, para cuándo y con cuanto dinero, pero las imágenes son impactantes.

Entre Porciles y Villazón hay menos de 9 kilómetros, comprendiendo Casazorrina. Tres grandes argayos en ese tramo dicen poco de las previsiones al respecto. Esperemos que no haya un nuevo desastre allá por el 2026 o el 2027 para continuar la serie, al menos junto a obras nuevas.

Si entramos en el tema de los sobrecostes y de los perjuicios, la variante ferroviaria de Pajares acumula unos y otros, casi hemos perdido la cuenta. Pero quiero referirme a costes e inconvenientes que se pueden producir en el caso citado al inicio:

1- Supone que no va a poder utilizarse en condiciones normales ni la nueva comunicación que se pretende ni la vieja carretera que discurre cerca del Nonaya.

2- La villa de Salas perderá el tráfico de paso y la actividad económica asociada, cuando tiene servicios de hostelería y comercio, así como recursos turísticos de interés

3- Danone verá complicarse su logística y costes, tanto para la recogida de leche como para la distribución del producto. Y acaba de hacer ajustes en otras localizaciones. 

4- Inconvenientes similares han de sufrir otras empresas, así como servicios diversos, incluidos los de atención sanitaria.

5- Las poblaciones que hay a lo largo de las carreteras comarcales que han de servir de alternativas verán sobrecargados viales previstos para un tráfico mucho menor

6- El paisaje que legaremos a las generaciones futuras va a tener cicatrices de todo tipo

Es un hecho consumado, no  cabe una solución mágica. ¿Por qué, entonces, este artículo? Lo escribo porque debemos tener en cuenta la experiencia para futuras iniciativas. En particular, me preocupa que el dificilísimo terreno que puede atravesar una vía hacia Somiedo presente problemas que no sean suficientemente tratados de antemano. Todo esfuerzo en pulir proyectos para que sean ejecutables sin grandes cambios y que limiten la probabilidad de desastres como el citado resultará pequeño. Hay conocimiento y recursos para poder ejecutar las obras con la máxima calidad que corresponde a la tercera década del Siglo XXI. Carreteras y vías de ferrocarril del Siglo XIX siguieron esa máxima, ahora pueden hacerse mucho mejor, es cuestión de tener humildad frente a la naturaleza y saber que hay que pensar mucho cómo se hacen las cosas, valorar muchas cuestiones, no fiar empresas difíciles a los cambios (que, por otra parte, son precisos, pero no por malos planteamientos), a la maquinaria y al buen trabajo que seguramente hacen cuantos participan. Algunos pensarán que los ingenieros ya se ocuparán de los proyectos, que los geólogos aportarán su conocimiento, pero la tozuda realidad nos demuestra que ha habido cantidad de modificados, e incluso de problemas como el de los argayos citados, dos de ellos asociados a actuaciones. La magnitud de las modificaciones ha llegado hasta el punto que se ha tenido que regular y poner un tope a los sobrecostes.

Buenos proyectos, por favor, en los que haya trabajo de campo y tiempo. El ahorro es triple, en coste de ejecución, en servicio y en capital natural.