Ayuso y los tres pilares de la libertad

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez JUEGO DE TRONOS

OPINIÓN

Isabel Díaz Ayuso, en un acto electoral en Leganés el 27 de abril
Isabel Díaz Ayuso, en un acto electoral en Leganés el 27 de abril Alberto Ortega | Europa Press

30 abr 2021 . Actualizado a las 08:50 h.

En el futuro, en las facultades de Políticas o de Filosofía se enseñará el concepto de libertad de manera diferente. Las viejas definiciones de John Stuart Mill o Carl Schmitt quedarán obsoletas. ¿Qué es la libertad? Preguntarán los catedráticos. Y los alumnos que quieran aprobar tendrán que recitar como una letanía los tres pilares de Isabel Díaz Ayuso: irse de cañas, poder acudir a los toros, a misa o a la discoteca y no encontrarse jamás con exparejas.

Para sacar nota tendrán que profundizar y exponer cuáles son los fundamentos de la incompatibilidad entre la amplitud de horarios comerciales y la «democracia plena». Pero solo con frases de tres palabras. Podrán avalar sus argumentos con las intervenciones de la presidenta madrileña en televisiones y radios durante esta campaña. Y citar, preferiblemente haciendo pucheros, a los que en redes aprovechan las polémicas de la disputa política para expandir la idea de que el resto de españoles somos unos «provincianos» (esto no lo ha dicho ella, sino sus corifeos) y que no sabemos vivir «a la madrileña».

Más allá del ruido, está la batalla por el poder. El populismo que ella usa como plataforma presume de lengua larga, pero por su naturaleza padece de miras cortas y abusa de las ideas toscas. Sirve para un esprint, pero no para una carrera larga. Nos dijeron las encuestas que Ayuso, reina de Twitter y de los platós, capaz de mostrar varios rostros, vencerá el 4M. Ese pronóstico se cumplirá. Triunfará, y seguramente gobernará con más o menos estabilidad dos años, pendiente del abrazo del oso de Vox, pero se desfondará pronto. Y no podrá dar el salto con éxito a la política estatal.  Su receta de «libertad», regada con cerveza y aroma de calamares fritos, no convence a casi nadie a este lado del Guadarrama.