PSOE, tercer aviso

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

EVA ERCOLANESE | Efe

07 may 2021 . Actualizado a las 09:02 h.

Dicen que en el palacio de la Moncloa y en la sede de la calle Ferraz hay dos nuevas inquilinas. Una se llama desolación. La otra responde al nombre de incredulidad. A lo mejor incluso se escriben con mayúscula. Añaden los portadores del mensaje que los habitantes de ambos edificios pasan horas preguntando a los fantasmas del crepúsculo qué han hecho para merecer esto. «No contábamos con esa derrota», dicen los agarrotados por los votos perdidos. «Tiene que haber un culpable», añaden los inocentes del descalabro. «Digamos que ha sido un incidente local que en el ámbito local se agota», se consuelan los conformistas.

Escuché esos lamentos y quejas, quejas de los heridos que necesitan quirófano y psiquiatra y, antiguo como soy, acudí a Telégrafos a enviarles este cable: «Os habéis fiado de las encuestas que os daban un empate bastante honroso, pero esas encuestas estaban contaminadas del deseo de que fuese verdad, y los instrumentos científicos no funcionan por querencias.

Os habéis descuidado en la busca de un candidato y habéis tenido que echar mano de Gabilondo, casi pidiéndole por favor que aceptase y aceptó sin ganas, confiado en la varita mágica de Iván Redondo, pero la campaña se os fue de las manos. Iván quería que se viesen claras las tres izquierdas, la radical de Pablo, la bonita de Íñigo, la del sentido común de Ángel, y os dejasteis arrastrar por el lenguaje duro de la intransigencia y acabasteis ligando vuestro destino al de Podemos y renunciando a vuestra identidad con la máscara suicida del Podemos violento y cazador de fascistas inexistentes.

Menospreciasteis a la chica de barrio, que os pareció inconsistente en lo intelectual, floja en la dialéctica y no supisteis interpretar que es lo que vosotros fuisteis: la chica que habla el lenguaje del pueblo y llega a un pueblo cansado de los «Yo presidente» de los fines de semana. Y ese pueblo quiere bares abiertos, claro que los quiere. Y comer de restaurante, claro que lo quiere. Y todo eso es para él su pequeña libertad que no habéis sabido ver. Por eso la libertad proclamada en los carteles sonaba a revolucionaria.

Os habéis convertido en contables, como si fueseis Montoro, y no entendéis que los padres no quieren que sus hijos tengan que pagar un impuesto por el piso que les dejan en herencia. Le habéis regalado esa baza a la derecha y vosotros os habéis quedado como los antipáticos sacacuartos insensibles ante el sacrificio que a una familia le supuso comprar su vivienda.

Y ahora podéis cantar las victorias que queráis, pero hubo elecciones en Galicia y el BNG os hizo el sorpasso. Y hubo elecciones en el País Vasco, y los indeseables de EH Bildu también os dejaron en el tercer puesto. Y llegó Madrid y os ocurrió lo mismo. Haced el favor de buscar las causas de esos resultados. Y, si lo hacéis sinceramente, igual encontráis el diagnóstico real y la vía de solución».