4M vs 15M

Miguel Niño Martínez

OPINIÓN

Un niño mira el interior de una urna en un colegio electoral en Authon, durante la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia.
Un niño mira el interior de una urna en un colegio electoral en Authon, durante la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia. GUILLAUME SOUVANT | AFp

12 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los días se devoran a sí mismos como gigantes infernales de cuentos prehistóricos sumidos en el silencio del tiempo.

Cada minuto, el virus informático adquiere nuevas dimensiones y perspectivas fuera del alcance de la más despierta imaginación.

Entre la presencia física, humana, constante y permanente de la juventud en pie sobre las losas frías de la Puerta del Sol de aquel ya casi cavernario 15M, y la virulencia informativa sutil y engañosa de los sesenta días que han precedido a este pasado 4 de mayo, las diferencias se pierden y las comparaciones se escapan de nuestras manos.

Predecir el futuro en estos tiempos de dominio absoluto de las Nuevas Tecnologías y los algoritmos, es poco menos que «poner una pica en Flandes».

La historia, nuestra historia de gloria imperial, nos retrotrae a Flandes, pero la actual. La actual, se queda agazapada a las turbias aguas de ese Manzanares limpio y niño apenas unos kilómetros más arriba.

La Historia, esta vez sí con mayúscula. La historia de la Humanidad, es tan compleja en sus entresijos, tan aleccionadora en sus mensajes, tan viva y esperanzadora que puede con todos problemas: epidemiológicos y/o sociales.

El 4M, será efímero e intranscendente en el devenir Histórico como lo está siendo el 15 M.

Aquella fiesta juvenil preñada de ilusiones y esperanzas, se ven lentamente sometidas a la prueba del duro bregar diario. Donde la coherencia es una virtud y el compromiso, la prueba del algodón.

Y, «el algodón, no engaña». Es como la prueba del nueve de nuestros años de escuela.

Y, ahora, hablamos de la escuela de la política. De la acción política no de baldosa de plaza de El Sol, sino de moqueta y alfombras del congreso de los diputados, senado u otro tipo de estamentos: tantos y tantos que hemos ido articulando en este país.

Ahí, es donde hay que mantener la mirada limpia, el corazón entregado y el alma a rebosar. A dar por los cuatro costados pruebas de madurez, generosidad y entrega. A poner sobre la palabra el bien común y guardar en el silencio nuestra (vuestra) soberbia y egoísmo.

No me importa que te llames Juan, María, Recaredo o Isabel. Ni la fecha de tu nacimiento ni tampoco tu cuna y/o el lugar de nacimiento o si has trepado en tu juventud.