Palestinos: doblemente víctimas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

DPA vía Europa Press

18 may 2021 . Actualizado a las 09:19 h.

Es devastador presenciar, casi en tiempo real, cómo el edificio que alojaba, además de familias, a varios medios de comunicación internacionales en Gaza, se desmorona tras ser bombardeado poco después de que las autoridades israelíes advirtieran al propietario del inmueble. Pero más devastador es aún tener la sensación de ser espectadores de una película cuando se trata de la cruda realidad con seres humanos que pierden sus vidas y sus hogares, y cuyo sufrimiento no somos capaces de evitar.

Cuando se acaban de cumplir 73 años desde la creación del estado de Israel, que los palestinos denominan Al?Naqba o gran desastre, seguimos comprobando la incapacidad humana para solventar sus diferencias de manera pacífica. Siete décadas de conflicto, de enfrentamientos sangrientos, de dolor, de rabia, de odio creciente, ¿para qué? ¿Para aguantar aferrado a un trozo de tierra que cada vez es más pequeño y tiene menos valor? ¿De verdad merece la pena ver cómo generaciones enteras viven sus vidas hacinados en campamentos o ciudades con servicios precarios y sin esperanza de un futuro mejor? ¿De verdad compensa traer al mundo criaturas a las que se educa con tanto odio que su mejor salida es el enfrentamiento y la muerte? ¿De verdad es justo someterse a la privación de derechos y libertades, a la humillación diaria por una causa absolutamente perdida?

Los hechos nos están demostrando que rechazar la solución de dos estados en 1948 fue un error histórico que solo ha propiciado que el territorio palestino mengüe cada día más y no haya perspectivas de que la situación cambie. Quizás es el momento de recapacitar sobre la manifiesta incompetencia del liderazgo palestino para proteger a su gente y la manipulación que han hecho de su aciaga suerte para mantenerse con el poder. Es el momento de cambiar las bombas por los negociadores sensatos y con visión de estado. Porque los palestinos, para su desgracia, son más víctimas de los militantes extremistas que los controlan, incluso desde el exilio, que de los israelíes.