Los tabús del PSOE

OPINIÓN

Pedro Sánchez,  durante el debate de la moción de censura de Vox
Pedro Sánchez, durante el debate de la moción de censura de Vox

29 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En semántica hay que hablar del tabú. Alguna vez pregunté a los alumnos si les daba pudor o vergüenza ver una película porno. Sin esperar una respuesta que no me importaba, les pregunté enseguida si les daría pudor verla en compañía de su padre. Ahí la cosa cambia, con el padre al lado todo el mundo es pudoroso. Se suele creer que el tabú va por barrios, que hay gente muy desinhibida y gente muy vergonzosa y que lo que es tabú para unos es coña para otros. Pero eso solo ocurre hasta que se juntan en la misma conversación. Ahí el tabú se nivela y el sentimiento de pérdida de autoestima que lo acompaña se comparte. Las palabras con las que escandalizaríamos a nuestra abuela también nos sonrojarían a nosotros al decírselas, aunque con amigos las usemos sin problema. Estando con la abuela, es ella quien marca el nivel compartido de pudor.

Aznar comprendió que la derecha tenía muchos tabús y que el punto de pudor lo marcaban otros, no ellos. Por eso, cuando se sintió fuerte, insistió acertadamente en aquello de derecha sin complejos. El PSOE tiene sus tabús y también son otros los que le marcan el punto de pudor y esto es penoso por dos motivos. Uno es por la indignidad de quienes marcan el tabú. Cuando lo que da pudor y sobre todo lo que se hace sin pudor, lo marcan valores perversos, solemos hablar de desvergüenza, y esta aumenta cada día en nuestra vida pública. La otra razón es que el PSOE es el límite de lo que se percibe como posible dentro de la normalidad. El matrimonio homosexual parece una aventura izquierdista hasta que el PSOE lo asume, y entonces se hace normal en una sociedad en calma. La izquierda puede crear opinión, generar debate y presionar, pero el PSOE tiene más responsabilidad en normalizar lo que la desvergüenza pretende que sea tabú. Sus tabús nos afectan mucho.

El problema del PSOE no son sus ideas, sino la relación pudorosa que tiene con ellas. No vamos a pedir al PSOE que haga lo que no cree. Su ideario económico es más neoliberal que socialdemócrata y con eso hay que contar. Pero en otros asuntos importantes en los que comparte ideas con la izquierda, el PSOE tiene lo que Aznar llamaría complejos. Y sí se le puede exigir firmeza en sus propias convicciones. Antes de ir a los ejemplos, digamos la generalización: el PSOE tiene el tabú de la radicalidad; no quiere parecer un partido extremista ni siquiera media hora y acepta como extremismo lo que la derecha diga que lo es. La derecha es la abuela que marca el punto de pudor del PSOE.

El PSOE quiere indultar a los políticos del procés y rugen la derecha, el Supremo y lo que Enric Juliana llama con una metonimia brillante sector caoba del PSOE. Hagamos algunas afirmaciones:

  1. El PP utiliza Cataluña y el País Vasco, donde no tiene votos, como combustible electoral en el resto de España. En Cataluña fue un agitador más y no buscó el interés del Estado. Los indultos son la reparación de un tejido dañado.
  2. El PP utiliza su mayoría para poner una mayoría conservadora en los órganos judiciales y bloquea su renovación cuando no tiene mayoría. Así se va petrificando en la judicatura una mayoría conservadora cada vez más activa políticamente y el PP cada vez lleva más temas políticos a los órganos judiciales. Se judicializa la política y se politiza la judicatura.
  3. El Supremo trata al procés como una rebelión armada, contradice sus propios criterios en otros indultos a delitos de rebelión y terrorismo y utiliza argumentos políticos explícitos. Es el poder judicial el que está quebrando la separación de poderes. En cuanto el PP lanzó la ofensiva, el Supremo acudió inmediatamente al incendio con gasolina.
  4. En los momentos más devastadores del coronavirus, Esquerra Republicana y Bildu fueron más leales a España que el PP. El PP no hizo oposición, sino sabotaje, y llegó a maniobrar en Europa para impedir los fondos de reconstrucción, eso sí con la bandera de España en la muñeca.

Esto lo piensa la mayoría del PSOE. Pero no oiremos a Sánchez ni a nadie en su nombre decirlo. Hay cuatro tabús que la derecha y el sector caoba ponen como extremismos: censurar la actuación del Estado en Cataluña es defender a los «golpistas» del procés; rebajar la tensión en Cataluña es apoyar a los independentistas; denunciar abiertamente al Supremo y sus maniobras con el PP es atacar la independencia judicial; reconocer el papel de Esquerra y Bildu en la emergencia nacional es complicidad con el terrorismo. El PSOE siempre hablará de la brutal politización del Supremo, de la tensión interesada en Cataluña y de los acuerdos con nacionalistas mirando hacia abajo y ruborizado, como si tuviera que hablar de masturbación con su abuela. Es el PP el que le pone al PSOE el punto de sonrojo.

Podemos también hacer algunas afirmaciones sobre la crisis con Marruecos:

  1. El Frente Polisario no es un grupo terrorista ni enemigo de España. Está reconocido por Naciones Unidas, con la que España está alineada. No hay quiebra política ni legal en hospitalizar a su líder a petición de Argelia.
  2. «España apoya los esfuerzos de Naciones Unidas en favor de una solución política, justa y duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental». Esto no lo dijo Pablo Iglesias a periodistas. Son palabras del Rey Felipe VI en la Asamblea General de la ONU en 2016, cuando gobernaba el PP. Relacionar a Iglesias con la crisis es una tergiversación más de la caverna mediática.
  3. El PP vuelve a hacer más sabotaje que oposición al intentar enredar en un tema delicado con una posición contradictoria. Clama por una firmeza rayana en el racismo contra Marruecos y a la vez pretende que el Gobierno (¿también la Corona?) se autocensure en cuanto pueda molestar a Marruecos.
  4. Aquí el sector caoba del PSOE guarda silencio.

Esto también es lo que piensa la mayoría del PSOE, pero tampoco se lo oiremos decir a Sánchez. De nuevo hay tabús: el respeto al Frente Polisario es extremista; defender a Pablo Iglesias de una insidia es asimilar el PSOE a Podemos; la tibieza con Marruecos es debilidad en la defensa del territorio y a la vez ofender a Marruecos es crear tensión en el territorio; denunciar a Felipe González es apartar al PSOE de la moderación. Son tabús puestos por la derecha que hacen tartamudear al PSOE para expresar lo que cree.

Los tabús que la derecha impone al PSOE coinciden con las apariciones del sector caoba. Es tabú negociar con nacionalistas, subir impuestos a rentas altas, mencionar los crímenes de Franco, investigar los desmanes de Juan Carlos I o enfrentar los crímenes machistas. Pero no lo es pactar con Vox, el racismo explícito en los parlamentos, el uso falangista del himno y símbolos nacionales en la escuela, el fortalecimiento de los privilegios franquistas de la Iglesia, el acoso ultracatólico en los tribunales y en la escuela, las arengas golpistas en cuerpos armados y tribunas públicas, la defensa pública de la evasión fiscal o los gestos de desprecio a las mujeres asesinadas. La democracia trató (con razón) como parte suya a Fraga, el ministro de Franco que justificaba el fusilamiento de Grimau («ese caballerete», decía), pero esa misma democracia trata (sin razón) como ajeno a ella a Otegi, se deliran apologías inventadas a ETA mientras se respalda todo tipo de reconocimientos a Franco y sus crímenes. Todo esto es la desvergüenza de la que hablábamos.

Sánchez no tiene opción. Cuando hay que quitarse una tirita o sacar un pez que acaba de picar, hay que hacer un movimiento enérgico. La derecha representará sus arrebatos patrioteros y predicará el fin del mundo. El PSOE no tiene más opción que la intensidad, la decisión y la claridad. Ni el pudor ni la falta de claridad son moderación. Iván Redondo parece vislumbrarse al anunciar un liderazgo fuerte. Todo lo que no sean políticas progresistas decididas, reconocibles y sin gimoteos hará parecer al PSOE un PP que no se atreve. Es decir, un azucarillo en la taza de la derecha.