Rabat, escalada de provocación

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

MICHAEL BUNELZUMA PRESSCON

02 jun 2021 . Actualizado a las 09:21 h.

Las relaciones entre vecinos pueden ser maravillosas si los dos vecinos son buena gente, respetan los lindes, no hacen excesivas juergas y tienen niños que no molestan. Pueden ser un infierno si uno de ellos es pendenciero, hace ruidos insoportables y sus niños no obedecen a Serrat y no «dejan de joder con la pelota». Pues con los vecinos territoriales ocurre algo parecido. Portugal es un vecino magnífico, Francia se porta correctamente, pero el del sur incordia todo lo que puede, mueve los mojones con el tractor y se considera con derecho a exigirnos que le reconozcamos la propiedad de un terreno con fosfatos que hace 46 años nos ocupó.

Somos vecinos, como es natural, de toda la vida. Las relaciones siempre tuvieron algún lío de vecindad que Rabat utilizó mayormente para ocultar problemas internos. Alguna vez hubo que enseñarle los dientes con un buque de la Armada en Perejil. Pero el balance es positivo. España quiso ser un aliado fiel y siempre tuvo gestos de amistad y respeto, como el de hacer que Rabat fuese el primer viaje de las más altas jerarquías del Estado, hasta que llegó Pedro Sánchez y dijo que su prioridad era la Unión Europea. Y Marruecos, a su vez, sirvió de freno a los migrantes subsaharianos que cruzaban su territorio para llegar a Europa, y fue y sigue siendo fundamental en la lucha contra el terrorismo islamista.

Y de pronto, parece que no tenemos otro enemigo exterior. Después de la ocupación de Ceuta, la escalada -por el momento solo verbal- alcanzó niveles que no habíamos visto nunca. El régimen marroquí no deja volver a su embajadora en Madrid, después de llamarla a consultas como gesto de congelación de relaciones diplomáticas por nuestra posición sobre el Sáhara. Y en esa ofensiva verbal llega a invocar lo más sensible para España: el independentismo catalán. La frase «no podemos luchar contra el separatismo en casa y fomentarlo en casa del vecino» tiene toda la maldad, incluso toda la voluntad de humillación, y está encaminada a que nuestros máximos dirigentes respondan con la misma dureza. Pedro Sánchez eligió otra vía para polemizar: se niega a hablar del Sáhara y no quiere mirar otra cosa que no sean los sucesos de Ceuta. Lo que ocurrirá de inmediato será que Rabat acentuará sus ataques. Su falta de escrúpulos le lleva a utilizar a personas para provocar a nuestro país. Primero, enviando niños a Ceuta. Ahora mismo, poniendo en peligro el regreso de más de 12.000 mujeres marroquíes que vinieron a trabajar en la recogida de la fresa.

¿Hay alguna solución? Yo no la veo, porque el rey de Marruecos está engreído y encendido con la integridad territorial. Y España sigue pagando un fallo que ya señalé recientemente: el desprecio a la bandera americana. Tendrán que pasar muchos años para que un presidente de Estados Unidos lo perdone. Y eso lo sabe muy bien la diplomacia de Rabat.