Los pasados del PP y sus presentes continuos

OPINIÓN

María Dolores de Cospedal, este miércoles, a su salida del Congreso, adonde acudió para declarar ante la comisión Kitchen, a pesar de que su comparecencia había sido aplazada
María Dolores de Cospedal, este miércoles, a su salida del Congreso, adonde acudió para declarar ante la comisión Kitchen, a pesar de que su comparecencia había sido aplazada Juan Carlos Hidalgo

05 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Rachel, la replicante de Blade Runner, descubre con desolación que no es humana sino un androide, que todos sus recuerdos son un implante de memoria y que ella existe desde hace solo unos meses. Casado la envidia y la imita. Para él, el pasado del PP no tiene nada que ver con el PP, es como un implante de episodios ajenos. Ahora descubrimos que Cospedal es pasado y no tiene nada que ver con el PP, a pesar de que fue quien le dio a Casado la presidencia del partido. Cualquier día Casado descubrirá que su elección como presidente del PP es cosa de un pasado ya superado. Lo bueno del PP es que eso no le impediría seguir siendo presidente del partido. La mayoría de los ministros de Aznar fueron imputados y condenados, algunos por delitos muy graves. Puro pasado.

La etapa de Rajoy también se va cayendo a cachos en los juzgados. Esto no es como Podemos, al que siempre se le acusa de poco y todo acaba siendo nada. Al PP se le acusa de mucho y todo acaba siendo más y peor, a pesar de su grosera invasión política del poder judicial. Todo es pasado, pero eso no impide que Aznar o Esperanza Aguirre pinchen y corten y salgan en la foto como mentores y guías. Esa suerte tiene que Casado. La imputación de Cospedal convierte su elección como líder del PP en pasado remoto, pero eso no le quita el liderazgo. No hay forma de renunciar a su corrupción pasada sin convertir al PP en un huérfano, porque los delitos y golferías fueron sistémicos en su funcionamiento y estructura.

Pero el PP no es ningún huérfano. Casado suele mentir con esa desvergüenza que nos hace sentir que el mentiroso nos toma por bobos. Nada distrae más del presente que dar por pasado y zanjado lo que tienes delante de las narices. No hay razón para no pensar que lo que está ocurriendo ahora mismo no será el próximo pasado superado en la próxima etapa del partido. Lo de Cospedal y todo lo demás no es pasado sino presente continuo. Los supuestos cierres de los pasados del PP siempre fueron retóricos y desganados. El franquismo original de la derecha es presente continuo. Esos orígenes están presentes cuando se habla de los nombres de las calles, cuando se clausura el homenaje al dictador en el Valle de los Caídos o cuando los fachas quieren reproducir en la escuela aquella escenografía cutre patriotera recargada de himnos y banderas de la España franquista.

Por mucho que lo quieran vestir de pasado, el presente es terco y se empeña en ser presente y por eso se pudo oír desde la bancada del PP que las víctimas de Franco solo buscan subvenciones y por eso tampoco oiremos a ningún miembro del PP llamar asesinatos a los crímenes del dictador. Por eso al PP de Madrid le molestó que en la Almudena hubiera un recuerdo para las víctimas de la dictadura y convirtió el memorial en un recuerdo para las víctimas de la guerra civil, porque la derecha siempre finge que el año siguiente a 1939 fue 1978, como si lo anterior a la Constitución fuera la guerra civil y en medio no hubiera habido lo que hubo. Y por eso el PP de Madrid borró del memorial los versos de Miguel Hernández, porque hablaban de libertad, pero no la de tomar cubalibres en Ponzano.

La imputación de Cospedal, y lo que venga, es una muestra más del punto al que llegó y se sostuvo en España lo que Vargas Llosa llama mercantilismo, al que él mismo define como una forma degenerada del capitalismo que consiste en «alianzas mafiosas del poder político y empresarios influyentes para, prostituyendo el mercado, repartirse dádivas, monopolios y prebendas». En boca de Vargas Llosa la afirmación es una hipocresía y una trampa. Es hipocresía por el insistente respaldo que él da a los paladines de ese «mercantilismo». Baste repasar sus loas y besamanos a Esperanza Aguirre. Y es una trampa, porque diciendo que esas alianzas mafiosas y repartos de prebendas son una forma degenerada del capitalismo se insinúa que el capitalismo admite otras formas más puras. La alianza mafiosa de política y empresas, la corrupción para controlar fraudulentamente el mercado y pervertir la democracia y el reparto de beneficios espurios es la esencia del capitalismo y sus más arrobados adoradores no cantan las grandezas del capitalismo por amor a la democracia, sino por la codicia de esas prebendas. El capitalismo solo es el formato de una sociedad civilizada y razonablemente libre, cuando no es puro, sino justamente cuando se le corrige y no se le deja ser tan capitalismo.

El famoso estado de bienestar no es más que un capitalismo corregido e impuro. Los sucesivos escándalos del PP muestran que en España el capitalismo puro campó a sus anchas con grave perjuicio para el país y la calidad de su democracia. No se financia con grandes cantidades ilegales a un partido para que las elecciones sean más justas y libres. Madrid, por la capitalidad, por su tamaño y por su enorme concentración de recursos, brilló con luz propia en el penoso escalafón de alianzas mafiosas de poder político y empresas sin escrúpulos. Y no hay nada que indique que las privatizaciones que se anuncian de servicios básicos y consiguientes bicocas a costa de nuestras necesidades, las desalmadas bajadas de impuestos a las rentas más altas, el dumpin fiscal y la gestión de los abultados fondos de recuperación vayan a traer otra cosa que más ententes corruptos de política y empresa.

No hay nada que lo indique porque, a la vez que llaman pasado a los escándalos, se reivindican como continuadores de sus protagonistas y prometen dosis más altas de lo mismo. Lo que está detrás de la imputación de Cospedal no es pasado, es presente continuo. El daño a la cohesión social, a los recursos y servicios públicos esenciales, a los derechos y libertades y a la pureza de la democracia es muy real. Las amenazas a la patria y los peligros de la nación que se chillarán en la plaza de Colón no son reales, sino las ensoñaciones impostadas de las que se nutren las ideologías y movilizaciones reaccionarias. Pero el daño social y político de esa forma degenerada del capitalismo que es el capitalismo en sí y sus alianzas mafiosas sí es un daño real y presente.

La imputación de Cospedal nos fija la atención sobre la lamentable trayectoria del PP. Pero las dichosas tarifas eléctricas nos recuerdan que las alianzas mafiosas más agresivas son sistémicas y sostenidas por cualquier gobierno. En ciencia a veces se sigue el principio de que menos es más, se ponen cajas negras y se simplifican las descripciones porque se revelan mejor los hechos. Con las eléctricas hay tres hechos sencillos que proyectan una imagen tenaz: las tarifas eléctricas son muy caras y suben cada vez más, el recibo de la luz es indescifrable y las compañías eléctricas están plagadas de políticos que gobernaban antes el sector.

Este es también un tipo de hechos en presente continuo. No podemos saber, pero sí temer, qué intereses gestionaban los gobernantes que ahora están en los consejos de estas empresas cuando gobernaban. Y lógicamente tampoco podemos saber qué están gestionando quienes ahora gobiernan. La debilidad de la democracia es que el efecto del dinero es infalible y nunca busca el bien común. Ahora se lanza a los cuatro vientos que las multinacionales tienen que pagar impuestos. Las multinacionales encarnan el capitalismo puro y auténtico: el que consiste en competir con ventaja y con trampa, es decir, en dominar. En cuanto se quiera corregir el capitalismo auténtico con normas para una fiscalidad más justa, sus gigantescos recursos se moverán. Y no será para el bien común.

En lo más próximo Casado cree que calla y no habla del pasado. Pero si alguien cree que eso de los silencios elocuentes es una mandanga retórica universitaria, que haga la prueba de guardar silencio cuando algún amigo lo salude y notará que los silencios dicen mucho y no es retórica de listillos. Y además Casado parece no saber que la única manera de no hablar es callar, cuando se dice «no hablo de eso» se está hablando y en la vida pública no hay manera de hablar sin decir. Y el silencio de Casado dice a gritos que el PP se sigue resumiendo en dos palabras: corrupción y Colón.