A Tomás Gimeno nadie lo conocía

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

13 jun 2021 . Actualizado a las 12:00 h.

Tomás Gimeno no está loco. Forma parte de miles de hombres que han recibido una educación machista, de un sistema que está basado en el patriarcado más absoluto. Donde los micromachismos son continuos y minan la sociedad. En las familias. En las relaciones. En las empresas. Algunos creían que habíamos cambiado, pero no es cierto. Las cifras tapan la boca a los entusiastas de la integración. En el último mes ha sido asesinada una mujer cada tres días. En España. En el 2021. Es una barbaridad. Y ahora, Tomás Gimeno. ¿Mañana? El confinamiento le ha sentado muy mal al machismo.

Tomás Gimeno engañó a todos. Nadie conocía a Tomás Gimeno. Ni su ex. Ni su familia. Ni sus amigos. Se cansaron de repetir que nunca sería capaz de hacerles daño a las niñas, a sus hijas. La realidad ha demostrado que Tomás Gimeno era otro más de esos miles de hombres que campan a sus anchas en la sociedad. Que son posesivos y machistas. Que creen que ellos siempre tienen la razón. Con empatía cero (drogó y quizá asfixió a sus hijas). La violencia machista es una lacra. Y hemos avanzado muy poco o nada. Lo demuestran Tomás Gimeno y el criminal que acaba de reconocer que descuartizó a su novia Rocío Caíz, de 17 años. El único avance que estamos viviendo y padeciendo es que ahora el machismo hace las bromas en privado, en pequeños grupos. Ahora disimulan, porque saben que puede caer sobre ellos el peso de la ley. Ese disimulo los hace todavía más peligrosos. Queda todo por hacer.

Es increíble que Beatriz no lo hubiese denunciado. Es ese miedo paralizante que se tiene al que maltrata. Ese miedo que debemos conseguir que deje de existir con leyes que permitan cortar cualquier dependencia, que ellas se puedan liberar de quien no entiende que, si alguien te deja de querer, se acabó. El ser humano es libre o no es.

Tomás Gimeno ocultaba su peor cara. Sabía que no podía ser machista según ante los ojos de quién. Era posesivo con Beatriz en privado. Ella estuvo a punto de denunciarlo, pero por desgracia se echó atrás. Ejercía de padre que cuidaba a sus hijas. Se ve mucho esto, sobre todo cuando hay dinero, como era su caso. Se les compran regalos, se tiene personal para que les frían los filetes, los bañen, los acuesten, y se queda de padre ejemplar sin pegar palo al agua.

Pero estos personajes, en la cercanía no engañan. Conocido por altercados. Era un celoso patológico. Contrató a detectives para que siguiesen a su ex. La amenazó. Es una tristeza que ella no hiciese públicas las alarmas que seguro le habían saltado viviendo con él, y más desde que decidió dejarle y rehacer su vida con otra persona. Tengan cuidado con el machismo rampante. Tengan cuidado, mucho cuidado, con el que dice supuestamente enamorado: «Eres mía». El eres mía es un letrero gigante de peligro, zona minada. La violencia vicaria (dañar a tus hijos para que sufra tu mujer) es una de las formas más extremas de violencia contra la mujer. Tomás Gimeno buscaba el sufrimiento eterno para Beatriz con ese cadáver de Olivia en una bolsa de deportes y lastrada por el ancla, para que no la encontrasen jamás.

Nadie es de nadie.