Biden ha vuelto; Estados Unidos, no

Carl Bildt

OPINIÓN

María Pedreda

El país mantiene un enfoque comercial a la defensiva, más de Trump que de Obama

27 jun 2021 . Actualizado a las 09:40 h.

Estados Unidos ha vuelto. Ese fue el principal mensaje que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, intentó transmitir durante su primer viaje al extranjero desde que asumió el cargo en enero. Pero, aunque Biden se haya reincorporado al grupo de líderes mundiales, habiendo servido como vicepresidente en las dos administraciones de Barack Obama, es posible que las políticas estadounidenses del pasado no tengan la misma posibilidad de reaparecer.

Actualmente vivimos en un mundo diferente al de hace unos años. Las tensiones geopolíticas van en aumento y la cooperación en desafíos compartidos es más apremiante que nunca. El surgimiento de China como potencia mundial, en particular, ha provocado temores profundos, casi existenciales, en Estados Unidos, lo que ha impulsado una reevaluación de las políticas en todos los ámbitos.

Una comparación entre la Guía Estratégica de Seguridad Nacional Provisional de la administración de Biden, publicada en marzo, y de la Estrategia de Seguridad Nacional del 2015, emitida cuando Biden era vicepresidente, da una idea de la lógica de esa reevaluación.

En el 2015 se prestó considerable atención a China y se señaló, por ejemplo, que Estados Unidos «supervisaría de cerca» la «modernización militar y la expansión de la presencia en Asia» del país.

Pero la guía más reciente coloca la «creciente rivalidad» de Estados Unidos con una China «cada vez más asertiva» en una posición destacada y propone una estrategia para perseguirla. «En conjunto -afirma el documento- esta agenda fortalecerá nuestras ventajas permanentes y nos permitirá prevalecer en la competencia estratégica con China o con cualquier otra nación».

La Administración Biden tiene razón al trabajar para impulsar la competitividad económica de Estados Unidos y para fortalecer su infraestructura física y su capital humano. Esto redunda en el interés de todo el mundo. Pero, si Estados Unidos quiere competir eficazmente con China, tendrá que mirar mucho más allá de sus fronteras y hacia el futuro.

Tal como está, la competencia entre Estados Unidos y China se desarrolla principalmente en el ámbito económico, ya que el PIB chino continúa creciendo y sus líderes se mueven con decisión para forjar vínculos comerciales y de inversión cada vez más profundos con países y regiones de todo el mundo. China es ya una superpotencia comercial, con más de cien naciones tratando con ella: al menos el doble que con Estados Unidos.

La medida en la que China expanda y afiance su dominio comercial contribuirá en gran manera a determinar la escala de la influencia política del país. Y si la reciente guía de la Administración Biden es algún indicio, China se enfrentará a relativamente pocas barreras para lograr sus objetivos. 

Tratados sin vigencia

En el 2015, EE. UU. tenía una política comercial con visión progresista, que buscaba dar forma al sistema de comercio global del futuro. La Estrategia de Seguridad Nacional reconoció, por ejemplo, que iniciativas como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y el Acuerdo Trasatlántico sobre Comercio e Inversión (TTIP) permitirían a EE. UU. establecer «los estándares más altos del mundo para los derechos laborales y la protección ambiental», eliminar las barreras a las exportaciones estadounidenses y colocar a Estados Unidos «en el centro de una zona de libre comercio que abarca dos tercios de la economía mundial».

Actualmente, ni el TPP ni el TTIP están vigentes, al menos no con EE. UU. como miembro. La visión de la Administración Obama para el sistema de comercio global fue hecha pedazos por Donald Trump con su filosofía comercial mercantilista. Pero la verdadera decepción es que Biden no parece ansioso por revivirla. En cambio, su Administración parece estar adoptando un enfoque comercial retrospectivo y a la defensiva, uno que se parece mucho más al de Trump que al de Obama.

China aumenta su influencia con acuerdos en el Pacífico

En su viaje a Europa, Biden y los líderes de la Unión Europea acordaron una tregua de cinco años en su disputa comercial de 17 años sobre los subsidios para los fabricantes de aviones. Pero Biden no eliminó los aranceles de Trump sobre el acero y el aluminio europeos. Él y sus homólogos del Viejo Continente afirman que «están trabajando» para llegar a un acuerdo, pero incluso si lo logran, no se parecerá en nada a la visión y la ambición que animaron a las dos partes durante las negociaciones del TTIP en el 2015.

Así, cuando se trata de comercio, Estados Unidos no ha «vuelto» en absoluto. Y China no pierde tiempo en aprovechar esta situación para elevar aún más su perfil comercial. Habiendo sido ya fundamental para forjar el acuerdo de libre comercio más grande del mundo, la Asociación Económica Integral Regional, que incluye a 15 países de Asia y el Pacífico.

China también ha declarado su intención de unirse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP por sus siglas en inglés), que fue forjado por 11 países después de que Estados Unidos se alejara del TPP. A principios de este mes, los miembros del CPTPP acordaron iniciar las negociaciones de adhesión con el Reino Unido. La Unión Europea, que ha estado buscando acuerdos comerciales con estos países, también debería considerar unirse al pacto.

Aún está por ver qué resultará de los esfuerzos comerciales que China tiene en curso. Pero está claro que los líderes chinos comprenden la importancia crítica de los vínculos comerciales de su país para su influencia global. Los líderes estadounidenses deben volver a aprender esa lección, en beneficio de los estadounidenses y de los europeos por igual.

Carl Bildt fue primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Suecia. © Project Syndicate