Dictadura horaria en la luz

fátima fernández CON ENERGÍA

OPINIÓN

David Zorrakino

27 jun 2021 . Actualizado a las 09:44 h.

«Todo no se puede tener en la vida». Es lo que le contesta la presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, Cani Fernández, a los consumidores de electricidad, que aguardan casi con temor la primera factura emitida durante la recientemente instaurada dictadura de los tramos horarios. Unas franjas diseñadas para que los hogares paguen más por la luz, pues es más cara que nunca en las horas casi imposibles de evitar: de 10 a 14 y de 18 a 22 horas.

 Con esa frase, Fernández lo dice todo. Que no van a cambiar de idea, que las franjas horarias se van a mantener igual, que «hay que intentar acomodarse» a esta nueva realidad y que «no necesariamente hay que poner la lavadora a las doce de la noche» porque se puede encender «a las siete de la mañana o durante el fin de semana». Recomendaciones que muchos ciudadanos se están tomando al pie de la letra y que están angustiando a una sociedad traumatizada todavía por la pandemia y la crisis económica.

La presidenta de la CNMC demuestra tener bien poca empatía con los ciudadanos. Porque lo que han hecho tanto el regulador como el Ministerio para la Transición Ecológica es atar de pies y manos a los consumidores, que ya no pueden elegir, como hasta el 31 de mayo, si contratan o no la discriminación horaria. A unas familias les vendrá de cine, a otras no tanto.

El nuevo diseño de factura asusta a los ciudadanos y probablemente lo que ocurra es que se acelere el goteo incesante de cambios de contratos hacia el mercado libre de electricidad que ya se estaba produciendo en los últimos años. Un mercado libre en el que no todo es juego limpio y en el que abundan las ofertas engañosas, que acaban encareciendo todavía más el suministro. Un callejón sin salida que el Gobierno no debería permitir. Por mucha transición energética que haya que hacer, que sí, el ciudadano no puede encontrarse de golpe con que para ahorrar tiene que trasnochar o madrugar o aguardar cinco días para poner lavadoras en aras de la eficiencia energética. El consumidor tiene que poder elegir libremente, o sea, sin dictaduras o engaños.