Los encuentros bilaterales made in Pedro Sánchez están dejando bellas imágenes. Es reciente la entrañable estampa del pasillo con Joe Biden en Bruselas, una cumbre que Biden no sabe que existió, pero eso da igual. Ayer el escenario fue la Moncloa y el invitado, Pere Aragonès. Es como si los secesionistas ya soñaran con anexionarse Zaragoza y ese apellido fuera una señal. Se han contado y se van a contar muchas cosas de esta cumbre doméstica. De la boca de Sánchez seguirá partiendo la palabra convivencia. La otra parte seguirá hablando de amnistía, de referendo, de autodeterminación. De euros. El elegante chantaje de siempre. Del encuentro entre ambos próceres queda una imagen en la que Sánchez parece estar diciéndole a Aragonès «cuidado, que me vas a dejar todo perdido». A saber qué había en las suelas de los zapatos del molt honorable. Claro que si Sánchez cambió de opinión con los indultos como quien cose y canta, cambiar de moqueta va ser pan tumaca.