Carmen Calvo, la gran prueba

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

PhotogenicJosé C. Castillo

06 jul 2021 . Actualizado a las 10:44 h.

La fiesta del orgullo ha tenido un efecto político interesante, al menos en la celebración de Madrid: certificó el divorcio entre el feminismo del PSOE y el feminismo de Unidas Podemos. El primero está representado, como se sabe, por la vicepresidenta Carmen Calvo. El segundo, por Irene Montero. Como esas dos fuerzas políticas son las que forman el Gobierno, las consecuencias pueden afectar a la gobernación del país.

La crisis era evidente desde que el Ministerio de Igualdad intentó comenzar a legislar. La primera ley de libertad sexual, conocida como ley del «sí es sí» tropezó con el muro de la vicepresidencia primera, que exigió sucesivas correcciones hasta el día de hoy en que el proyecto llega al Consejo de Ministros. La segunda, conocida como ley trans, pasó el fielato del Consejo el pasado martes con una evidente derrota de la señora Calvo, que tuvo que transigir ante la autodeterminación de género, que es la posibilidad de que una niña de 16 años pueda decidir cuál es su sexo sin más trámites que la expresión de su deseo.

Ese éxito de Irene Montero tuvo sus efectos en la celebración del orgullo. Lo capitalizaron ella misma, la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Ione Belarra, únicas representantes del Ejecutivo en la manifestación del sábado, y en esa manifestación los socialistas recibieron el mismo trato que si fuesen del PP o de Ciudadanos. Se oyeron pareados de consigna que decían «Con Carmen Calvo / no estamos a salvo». Días tristes, por tanto, para la vicepresidenta primera que se complementan por los ecos del rumor: la señora Calvo puede ser una de las cabezas que rueden en la próxima remodelación del gabinete que prepara su presidente.

Naturalmente, mientras esa remodelación no se efectúe, nada se puede decir, porque nadie conoce las intenciones de Pedro Sánchez. Lo malo para el presidente es que no puede cesar a los ministros que quiere. Los de Unidas Podemos tienen que ser por lo menos consultados. Si no hay cambios en ese grupo o esos cambios se reducen a un solo nombre, y al mismo tiempo es cesada Carmen Calvo, el dictamen mediático estará claro: Sánchez se deja dominar por Unidas Podemos, que pasará a ser la parte ganadora de la coalición.

Como en todos los cambios de Gobierno que recordamos, lo que se busca es dar al equipo más consistencia política, incorporación de caras que supongan un nuevo aliento, corte de las cabezas más quemadas por la gestión y, en este caso, un intento de frenar el deterioro y la pérdida de votos que demuestran las encuestas. Si la decisión dependiera de las tertulias periodísticas que se empezaron a ocupar de la remodelación, no se salvarían ni media docena de los titulares de ministerios, tal es el grado de deterioro después de año y medio de Gobierno o, como decía ayer un tertuliano, no se recuerda un Gobierno tan rápida y mayoritariamente quemado.