Ciudadanos: la incongruencia, incongruente

OPINIÓN

Albert Rivera e Inés Arrimadas, durante una de las intervenciones.
Albert Rivera e Inés Arrimadas, durante una de las intervenciones. Kiko Huesca

14 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Han perdido el Norte. Antes, olvidaron el Sur. El norte, el sur: puntos cardinales, geografía. Eso es para el mapa, para los escolares. Y, allí en los pupitres del aula o en las clases de ciencias sociales quedó todo, como si la Geografía fuera una «María», algo que rellena el tiempo del curso escolar y en la realidad de la vida fuera algo efímero, intranscendental.

Ahora que el verano con sus largos días, su claridad y su luz nos rodea todo el cuerpo, está presente en nuestras vidas Demos un paso amplio, abierto: el paso de la generosidad.

Hoy, los sueños se desvanecen: el último peñón del sur ayer lo entregaron cual rey moro al Rey «católico» de la Granada actual. Aquella formación que hace a penas dos lustros se iba a comer los vientos de la Patria, sin escalar cordilleras ni tender puentes entre el gran surcado de valles, se ha perdido en la contaminada atmósfera política cual partícula invisible sin aportar el mínimo atisbo de luz y esperanza.

Nacieron para dar equilibrio a los dos bandos en permanente enfrentamiento sin dar ninguno el brazo a torcer. Quisieron en un momento de gloria de las urnas tocar el cielo del poder y el ofuscamiento, los llevó con la rapidez de la luz a la más lamentable postración y «lismoneo» de pactos y componendas siempre en segundo plano.

Que triste fin para aquel rayo de esperanza que brotara en el levante español. Iban a solucionar el «eterno» problema catalán. Tenían vocación divina. Incluso las urnas en un momento de incertidumbre les dio la razón. Pero, ellos ofuscados por la sonrisa sibilina del poder, cruzaron el Ebro y sentaron sus reales en la capital del trono.

Desde aquí, se dijeron, seremos más visibles, más influyentes, más determinantes. Y, la verdad, repito que estuvieron a punto de dar el «sorpaso» al PP. Pero, ofuscado su líder por ser como dios, no quiso aceptar la mano tendida que le ofrecía el futuro presidente y se embarcó en la aventura de presidir la oposición. Y, se quedó sin la fusta encendida de dar caña al nuevo gobierno de coalición de izquierdas. Y, paso a segundo plano sin capitanear la bancada de enfrente.

Hoy, amigos lectores tras perder Granada, han vuelto a su origen: la nada. Triste que un puente tan necesario se lo haya llevado tan pronto la corriente de la «avaricia» desmedida y el arribismo de tanto paracaídas. Hay dos palabras que lo definen: La incongruencia de lo incongruente.