Una operación de cirugía estética

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

R.Rubio.POOL

13 jul 2021 . Actualizado a las 09:19 h.

Os diré de entrada mi opinión sobre el cambio de Gobierno: ni es tan grande, ni supone el volantazo político que se dice. Siete ministros cesados serían muchos en un gabinete tradicional de 16, pero es poco en un gabinete de 22. Y parece un volantazo por algunos de los afectados (Calvo, Ábalos, Redondo), pero no se incorpora a nadie a quien se reconozcan ideas trascendentes para un cambio o prometa ser contrapeso al sanchismo dominante. Es decir, que estamos ante una remodelación modesta que afecta al entorno presidencial, pero no es seguro que aporte novedades ante los grandes problemas nacionales, que son Cataluña, la recuperación económica y las grandes reformas pendientes.

¿Por qué, pues, Pedro Sánchez quema este importante cartucho? Por varias razones que se pueden resumir en una: las encuestas. Después del batacazo socialista en las elecciones de Madrid, los sondeos vienen anunciando una sistemática caída en la intención de voto, con un crecimiento sostenido del PP. De seguir así, sin rectificación aunque solo fuese facial, la derrota en las urnas del 2003 comenzaba a ser una realidad temible en la Moncloa. Lo que hace Pedro Sánchez es una operación de cirugía estética para recuperar la imagen de lozanía perdida.

¿Qué anotaciones venían haciendo los analistas menos contaminados? Una, que fallaba la coordinación de los ministros y la responsable era Carmen Calvo. Otra, que no había buena convivencia con Podemos, Sánchez necesita salvar la coalición y fue otro motivo para sacrificar a la vicepresidenta. Tercera, que Ábalos estaba metido en demasiados jardines conflictivos y le faltaban glamur y credibilidad como portavoz, argumentos bastantes para echarlo a la hoguera. Cuarta, González Laya era persona a sacrificar en el altar de Marruecos, Juan Carlos Campo no consiguió la renovación del Poder Judicial y los demás cesados eran intrascendentes.

Queda el misterio Iván Redondo. Solo puedo decir lo que conozco por información directa: quiso irse en el 2019 y tras las elecciones de Madrid. Este momento les pareció el adecuado a él y al presidente. Si Sánchez estuvo dispuesto a prescindir de sus importantes servicios ha sido porque le calentaron los oídos: le dijeron que acumulaba demasiado poder; que perjudicaba al presidente por su imagen de dominarlo todo, empezando por la voluntad de Sánchez, o eso de que en España gobiernan los asesores. Si le dejó marchar ha sido también para fortalecerse a sí mismo: el reto de Sánchez es demostrar que sabe gobernar sin Redondo.

Conclusión inicial: poco cambio para tanta necesidad, pero, metidos a cambiar, el presidente intenta salvarse a sí mismo. El primer procedimiento, hacer un gobierno más manejable. Las tensiones quedan entre A Coruña y Fene, es decir, entre Nadia y Yolanda. El resto, un territorio de paz cuyo dibujo debe hacer una inexperta, pero leal, portavoz.