El adiós de Messi

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Andreu Dalmau | Efe

09 ago 2021 . Actualizado a las 10:11 h.

Repetían con la fe del adepto que Messi era un culé de corazón, que nunca abandonaría el club que se lo dio todo desde que llegó siendo un niño. Es cierto que se lo ha devuelto con títulos y un fútbol primoroso, aunque sea a precio de oro, el que correspondía a la ley de la oferta y la demanda del negocio. El año pasado ya dio el primer gran susto a los aficionados que lo idolatran con un gélido burofax, sin anestesia ni contemplaciones, en el que anunciaba su intención de irse. La semana pasada consumó su salida de una institución en bancarrota que ya no puede pagarle 75 millones al año. Está en su derecho —es el capitalismo, estúpidos—, pero ha dejado al messianismo estupefacto, huérfano, desamparado. Hubo incluso quienes, después del comunicado oficial del Barça, negaban que se marchaba. Estos adoradores de Leo, uno de los mejores jugadores de la historia, estaban convencidos de que nunca los abandonaría, y menos para recalar (a falta de confirmación) en un rival directo en Champions como es el Paris Saint-Germain. El equipo francés es el paradigma del fútbol actual, dominado por jeques y otros multimillonarios, que pueden fichar a quienes les plazca, porque para ellos los límites salariales son papel mojado. El City de Guardiola es otro buen ejemplo. Messi se va por la misma razón que lo hicieron Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos, que tampoco era tan madridistas como decían sus hagiógrafos. Los forofos echan la culpa del adiós de su ídolo a Bartomeu, Laporta, Tebas, Griezmann, Umtiti y el sursuncorda. No, señores, Messi ha hecho mutis por el foro porque su club no le puede pagar el dinero que pretende. Ayer dijo, entre lágrimas, que está destrozado por abandonar su equipo de toda la vida. El año pasado no parecía estarlo cuando anunció su despedida fríamente.