Me quedo con Rob Halford, Sherpa

OPINIÓN

Sherpa en una actuación en Cambre en el 2010
Sherpa en una actuación en Cambre en el 2010 CESAR QUIAN

12 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca fui demasiado fan de Barón Rojo. Mis gustos iban más por Obús, la banda forjada en Vallecas por auténticos calorros que hablaban mi idioma. Ahora que Sherpa, antiguo miembro de Barón Rojo, intenta impulsar una carrera que lleva lustros hundida, apoyándose en ideas de extrema derecha tan delirantes como el Plan Kalergi y una visión grosera y xenófoba del cristianismo, resulta que para algunos hay rockeros que se han pasado a la derecha debido a que la izquierda es un coñazo.

Realmente hay una larga lista de músicos de derechas en el rock and roll. De sobra conocidos son los delirios randianos extremistas de Ted Nugent, que, de tan inteligente que es, llegó a ser negacionista del Covid para terminar bien noqueado por él, o como al músico de Detroit le gusta llamarlo, «el virus chino». Pero no todos los roqueros conservadores son unos cretinos como Nugent, eso sería injusto.

Los de siempre acaban de despertar estos días como auténticos amantes del rock and roll e incluso del heavy metal a raíz del amago de concierto con Obús que Sherpa pretendía convertir en un escaparate político de las ideas del partido verde. Ese verde no, el otro. Resulta que hay una derechización de músicos rockeros que se pasaron al conservadurismo y por lo que sea debemos aplaudirles, dice algún medio muy español. Hablan de Elvis, que jamás fue de izquierdas, o de «rockeros» como el cantante melódico pop Andrés Calamaro. Solo falta Nacho Cano en esta lista de salvajes ídolos del rock and roll

En mi época todos sabíamos más o menos de qué pie cojeaban los músicos a los que admirábamos. A otros les olía, como a Sherpa. Nunca he dejado de escuchar a una banda o músico de rock por sus ideas conservadoras. En serio, me encanta Elvis Presley. Me faltó llorar hace años en el espectáculo de uno de sus imitadores. Me importa poco que fuera a misa y quisiera ser chivato del FBI. Amo a ese capullo. 

La prensa bien, la buena, parece que del mismo modo que jamás se ha interesado por las ideas progresistas de los rockeros, está empezando a sentir un interés inusitado por las ideas conservadoras de Bruce Dickinson o los delirios conspiranoicos de Sherpa. En nuestro país, el rock and roll y sus versiones más duras eran tratadas con desprecio absoluto por la prensa. Lean las crónicas de El País sobre conciertos de heavy metal en los años 80 y sientan el desprecio y el odio si quieren reírse fuerte. El heavy metal se consideraba algo propio de drogodependientes y chusma barriobajera. Ya saben, los ricos se van de fiesta, los pobres se drogan.

No voy a enumerar el salvajismo hedonista de muchas bandas de rock and roll cuyos líderes y miembros son más bien progresistas. La lista es tan larga como larga es la lista de músicos que siguen fieles a sus ideas. Los que conocemos un poco la historia de esta gente sabemos que es cualquier cosa menos un coñazo. Rob Halford, el carismático líder de Judas Priest, fue un chaval de clase obrera que trabajaba en un cine porno. En una entrevista, KK Downing, guitarrista de la banda, decía: «Tuvimos la tremenda experiencia de la música negra y el blues, que a principios de los 60 comencé a escuchar en profundidad. Es música para la clase obrera y yo quería crear música para la clase obrera, algo que fuese único para la gente».

Rob Halford comenta en otra entrevista sobre su procedencia de clase trabajadora: «Fue duro. Los ingresos eran muy escasos. Ver a tu madre contar los salarios de tu padre para asegurarse de que llegábamos a la semana siguiente, viviendo al día, algo que mucha gente sigue haciendo, hace que tu cabeza razone sobre lo que necesitas y lo que no, lo que es superfluo. Y como todos sabemos, lo que importa es tener algo de comida en la nevera y zapatos para los hijos».

No se engañen, esto forma parte de una campaña del partido verde, ese no, el otro, para captar votos que en nuestro país tienen difícil captar. Rob Halford siempre fue progresista y quienes jalean a Sherpa criticarían al británico por su homosexualidad y su militancia. Del mismo modo que se aprovechan de Ana Iris Simón para pescar acólitos y del mismo modo que se jalea a los rojipardos mediáticos como ella, que al parecer son hoy los guardianes de las esencias de la izquierda, aunque el programa político de Vox busque explícitamente empobrecer a quienes tienen menos y discriminar a las minorías.

Uno puede ser más o menos conservador sin ser xenófobo, homófobo y racista, aunque cada vez esta especie de conservador es más escasa y casi todos los conservadores son presa de los delirios que hace años solo leíamos en webs nazis. Desde luego, por mucho que un diputado de Vox diga que le encanta John Lee Hooker, por mucho que se jalee a Sherpa, lo que ninguno puede cambiar es que intentarían expulsar del país a John Lee Hooker, meter en el armario a Rob Halford y prohibir los excesos del rock and roll en los medios.

Todo esto, pues en realidad, por mucho que se empeñen, por mucho que intenten hacerse los modernos, lo cierto es que hay pocas cosas más alejadas del rock and roll que los grupúsculos como HazteOír y la educación religiosa de cilicio y kikos. Y queda, también, el hecho innegable de que el rock and roll es una música bastarda, heredera de la música blues y otros estilos cuyos representantes serían hoy represaliados sin ningún problema por quienes intentan hacerse pasar por lo que no son: personas decentes.