Cinco motivos para el desastre afgano

José Julio Fernández Rodríguez DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE SEGURIDAD (CESEG) DE LA UNIVERSIDADE DE SANTIAGO

OPINIÓN

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17 ago 2021 . Actualizado a las 12:02 h.

La precipitada y mal planeada salida de los EE.UU. y sus aliados de Afganistán ha provocado que los talibanes recuperen el control de ese país asiático. Y ello a pesar de los grandes recursos, materiales y humanos, que Occidente invirtió en los últimos años (también por parte de España). Ha sido un suceso que podemos tildar de desastroso, al menos por los siguientes cinco motivos:

1. Desastre para la estrategia de la OTAN.

Durante años la OTAN se esforzó en redefinir sus objetivos estratégicos para que cupiera la misión en Afganistán. Así se hizo, a pesar de fuertes presiones internas. Se quiso dejar atrás la idea defensiva noratlántica para embarcarse en la aventura que les proponía el líder EE.UU. Ahora vemos tales esfuerzos como baldíos y errados.

2. Desastre para la fuerza y la imagen de la democracia.

Los elementos simbólicos no son nada desdeñables en este asunto. Quizá lo más llamativo sea cómo se resquebraja la imagen de la democracia, que pese a los desvelos de los aliados parece no haber calado en amplios sectores de la sociedad afgana, lastrados por la corrupción y por el fundamentalismo religioso. ¿La democracia no es un sistema que se pueda exportar si no se dan previas circunstancias culturales? ¿No es tan atractiva la libertad como nosotros pensamos? ¿No es el mejor sistema en muchos lugares?

3. Desastre para los derechos humanos.

Los talibanes imponen unos comportamientos personales y sociales derivados de una interpretación radical de la sharía. De esta forma, la vulneración de los derechos humanos se convierte en cotidiana y habitual, sobre todo para las mujeres, cosificadas (por no decir esclavizadas) y destinadas a la mera procreación. Llama la atención cómo ello no se está denunciando en Europa con mayor intensidad. La lógica de los derechos humanos, otra vez en un lugar secundario.

4. Desastre para el dominio de EE.UU.

En un período como el actual, en el que se reconstruye el orden mundial con alteración de la correlación de fuerzas, esta pésima gestión del problema afgano resquebraja la posición de potencia dominante de EE.UU. Su superioridad técnico-militar no valdría de mucho con mala dirección, incapaz de hacer una adecuada prospectiva. China y Rusia se estarán frotando las manos.

5. Desastre para la seguridad internacional.

Afganistán se convertirá en un refugio para el terrorismo yihadista y, también, en un lugar desde donde planear y preparar ataques de ese tipo. Los talibanes no quieren expandirse fuera de ese país y de Pakistán, pero no han roto sus lazos con Al Qaida, revitalizada tras el colapso parcial del Daesh. Una verdadera involución que afecta directamente a nuestra seguridad.

En fin, Biden, principal responsable de esta situación, de momento ha quedado manchado para la historia de los derechos humanos y de las mujeres, aceptando de forma sorprendente la conclusión que se aproximaba sin que los poderosos argumentos que había para reaccionar lo activaran. Cuesta entender que sus asesores mostraran una óptica estrecha de miras, de espaldas a la lógica de los derechos y la libertad. Pero así ha sido. Por desgracia, Europa tampoco tenía la capacidad para evitarlo por sí misma.