El error USA que arrastra a la OTAN

OPINIÓN

USCENTCOMNICHOLAS GUEVARA | Reuters

21 ago 2021 . Actualizado a las 10:36 h.

Aunque hablar del «error USA» parece un reproche, porque da por supuesto que, desde la guerra de Corea, repiten siempre los mismos fallos, es una alabanza, porque equivale a reconocer que solo los americanos ponen el signo positivo en la cuenta de las intervenciones benéficas, mientras los demás socios del mundo libre valen tanto como un cero a la izquierda, incluyendo en este pésimo balance a los países más militarizados de Europa -Reino Unido y Francia-, a la UE en su conjunto, a la OTAN, que al quedarse sin la URSS ya no sabe qué hacer, y a las coaliciones internacionales avaladas por la ONU, que ahora se caracterizan por el terrible silencio de su secretario general, Antonio Guterres, que tiende a hablar mucho sobre lo que no le compete, y a callarse como un muerto en lo que afecta a su misión, su gestión y su ética.

Muy acomplejados por el armisticio de Corea (1953) y la derrota de Vietnam (1975), los americanos solo combaten -cuando no les queda más remedio- para mantener su prestigio militar, ya que en modo alguno pretenden controlar los enclaves estratégicos del mundo, ni extender la democracia, el progreso, la libertad y la convivencia internacional. Por eso han abandonado los viejos principios de que ninguna guerra se gana si la infantería no ocupa y administra el territorio, y de que la guerra a distancia -a base de misiles, alianzas de cartón piedra y fake news- nunca termina con victoria, ni resuelve la tribulación de la gente. Lo que sí mantienen es su capacidad de ganar una hipotética guerra total, cosa que les tranquiliza mucho y les convence de su poder. Pero eso, lejos de convertirlos en el gendarme mundial que otrora fueron, los caracteriza como incómodos gamberros que a donde van, la cargan.

Esta USA, sin embargo, es, en términos de milicia y diplomacia, lo mejor de Occidente. Porque la UE es un caos -encarnado en Borrell- que, además de dar vergüenza, empieza a ser peligroso. Y porque el andazo de buenismo y eurocentrismo feminista que ahora nos afecta nos hace creer que sociedades tan atrasadas y desestructuradas como Irak, Afganistán, Siria, Libia e Irán se pueden cambiar, o salvar, exhibiendo nuestro modelo de Estado y sociedad, o explicándoles que llegará un día en el que las mujeres se acostarán con el burka y se levantarán como profesoras y empresarias vestidas como Jennifer López. Contra esta bobada escribieron mucho y bien los politólogos americanos que lideraron la perspectiva cultural y conductista de las transiciones. Pero se ve que de nada sirven los libros a quien jamás los ha leído.

Una muestra de este despropósito es la patética posición del populismo europeo, estilo gauche divine, que ya no sabe de qué lado está. Y otra prueba irrefutable son los brutales fracasos que estamos cosechando, en todas las misiones, en la parte más amable de nuestras políticas sociales. Porque lo único que dejan nuestras guerras es desolación. Ubi solitudinem faciunt pacem apellant, dijo Tácito. Siembran desolación, y le llaman paz.