La guerra

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

23 ago 2021 . Actualizado a las 10:39 h.

Un día deja de ser esa escena de Claire Danes mirando a cámara con ojos de terror y un velo cubriéndole la melena para convertirse en un súbito sabor metálico en el paladar. De repente, un puñetazo en el estómago, un tirón de pelo enganchado en el mensaje escueto que surge en la pantalla de una red social. Ahí está, clavándose en firme, haciendo sangrar: «Kabul ha caído». Tres palabras escritas desde el epicentro mismo del terror, Kabul, una capital lejana cuyo nombre, pronunciado como un soniquete soporífero, provenía de aquel recuerdo que brotaba monótono del telediario en las tardes que fueron preámbulo de la universidad.

Kabul caía un domingo de agosto y la guerra, de pronto, dejó de ser una sucesión de imágenes ajenas que salen de la pantalla del televisor para convertirse en un hambre feroz de información que había que saciar. Kabul caía y ahora, rompiéndose en pedazos que nunca se habían terminado de fraguar, se convertía en un murmullo desesperado y dejaba de ser un nombre, un mapa en un periódico, el escenario de aquella película de acción, una ciudad irreal. Kabul se escribía a sí misma en un mensaje tan corto que la tristeza era infinita en aquella pantalla de chat. Y la guerra, de pronto, ya no es el escenario épico de la tercera temporada de Homeland. Se ha convertido en ella, en la desesperación silenciosa de quien no es capaz de escapar.