No son nuestros enemigos

Cándido González

OPINIÓN

María Pedreda

Ningún ser humano es ilegal

06 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Son tantos los acontecimientos negativos que ocurren en el mundo contra los intereses de los seres humanos, que unos hacen que nos olvidemos de otros, generando además en nuestras conciencias un problema de deshumanización importante.

Aunque en la actualidad se hable menos de ello, creo que es importante recordar que a nuestras costas, sobre todo a las del Océano Atlántico y Mediterráneo, siguen llegando personas  en busca de un mundo mejor, que tras una durísima travesía, han conseguido sobrevivir, mientras que otros dejan su vida en la mar, pese al esfuerzo  de organizaciones humanitarias que también se juegan la vida por salvarles, además de la sensibilidad que muestran, prestando ayuda a todas esas personas que huyen del hambre y las guerras.

Sin embargo llama la atención que en otros ámbitos sociales  se pretende crear un estado de opinión en contra de estos inmigrantes, queriendo hacernos ver que son nuestros enemigos, porque llegan para quitarnos el trabajo, cuando tenemos que saber que ciertamente no es así.

No podemos seguir considerando un estado democrático aquel que legisla la desigualdad  entre unos  ciudadanos y otros, sometiendo incluso a una parte de ellos, en lo que supone la legalización del  racismo y la xenofobia.

Al capital le interesa y fomenta la mano de obra barata que constituyen los inmigrantes, tanto más barata cuanto peores sean las condiciones de existencia. Por esta razón no es contradictorio, aunque lo parezca, que la patronal  se haya pronunciado sobre la necesidad de que en los próximos años  aumente  en varios miles de trabajadores inmigrantes el mercado laboral en nuestro país. A la patronal como al resto del capital en general, les interesa que exista siempre amplia reserva de mano de obra dispuesta a trabajar en las condiciones que sea. Pero ¿Que nos interesa a los trabajadores de cualquier país, donde el índice  de trabajadores inmigrantes es muy alto y donde este hecho es utilizado de forma frecuente para sembrar en nosotros sentimientos de xenofobia y racismo (sustentados en estos países  en el empeoramiento de la situación laboral y el crecimiento de desempleo); dando lugar así a la fragmentación y el enfrentamiento entre los trabajadores?

A los trabajadores nos interesa que todas las personas sean legales en cualquier país. Que no haya trabajadores ilegales y que las condiciones sean igual  para todos, incluso el derecho, sin que ello suponga el pago de ningún tributo, a votar o no, en las elecciones generales en el país donde residan, si así lo desean como el resto de ciudadanos, y que juntos podamos defendernos de quien nos explota. No es nuestro enemigo el palestino que tiene que huir de sus tierras a causa del terror implantado allí por Israel y que no tiene más remedio para su supervivencia que trabajar por un salario inferior al nuestro, y lo mismo ocurre con la huida de otros países donde los ciudadanos viven situaciones angustiosas de guerra, hambre y miseria. Es nuestro enemigo quien se aprovecha de esas condiciones desesperadas para explotarle con un contrato basura que a duras penas da para vivir o sin ningún contrato como sucede en la mayoría de los casos. Es nuestro enemigo cualquier gobierno que permite y legitima esta situación y cualquier estado que en beneficio de los intereses capitalistas la perpetúe.

Las personas que proceden de los países  saqueados y empobrecidos por las grandes potencias llegan a los mismos que les han robado sus riquezas buscando los medios de vida de los que allí se les ha privado. Esta situación claro esta beneficia al capital por duplicado. Por un lado, la explotación directa que supone la contratación de trabajadores por salarios inferiores y sin cobertura social, y por otro lado la tendencia a la baja de los salarios y la precarización de las condiciones laborales, en general, que le imprime al mercado de trabajo la superexplotación masiva de este amplio colectivo, obligado por la penosa situación a trabajar en las condiciones impuestas por los empresarios.

La división de los trabajadores independientemente de la esfera en que se produzca  es el arma más eficaz del capital.

Nuestra situación como explotados y nuestro protagonismo en la lucha contra la explotación nos unen por encima de cualquier diferencia.

Cándido González Carnero - Exsindicalista del sector naval