No solo hay talibanes en Afganistán

Pedro Armas
Pedro Armas PROFESOR DE LA UDC

OPINIÓN

STRINGER

06 sep 2021 . Actualizado a las 08:30 h.

La vuelta de los talibanes hace reflexionar sobre la cultura. La tradición es la costumbre transmitida de generación en generación. La cultura popular es la manifestación de la vida tradicional de un pueblo, pero no todo lo popular es cultural. Cultura es un concepto dinámico que tanto define el conjunto de costumbres y conocimientos de un pueblo como su evolución, su grado de desarrollo. Tiene mucho que ver con civilización, con el estadio del progreso de un pueblo en cuanto a materialidad y mentalidad. A su vez civilización tiene que ver con civismo, con el cumplimiento de las normas de convivencia.

Quienes dicen que hay que respetar todas las culturas, como si existiese una ley natural del respeto, confunden el respeto a las personas con el respeto a todo lo que hacen. Sin querer, ese buenismo está favoreciendo injustificables muestras de incultura. Cuando el límite lo ponen los derechos humanos, no hay duda. La mutilación genital de niñas no tiene que ver con la cultura, sino con la falta de cultura. No hay choque entre culturas, sino entre cultura e incultura. En otro plano, cuando un joven, sea o no inmigrante, circula en su coche con altavoces trucados por una avenida de una capital de provincias con la ventanilla bajada, amenizando a los demás conductores y viandantes con reguetón a todo volumen, no está expandiendo la cultura underground, sino dando muestra de una falta de civismo que no merece respeto alguno, en todo caso sanción, si supera los decibelios permitidos. Por supuesto, no hay que generalizar ni ver la paja solo en el ojo ajeno.

En España hemos considerado tradiciones culturales: lanzar una cabra desde un campanario en Manganeses de La Polvorosa o una pava en Cazalilla; atrapar en un barrizal cerdos embadurnados con aceite en Ceutí; soltar y capturar patos en Sagunto; decapitar gansos en El Carpio de Tajo; matar ratas para lanzárselas unos otros en una batalla festiva en Puig de Santa María; apedrear al Judas rodeado de cántaros con palomas en Robledo de Chavela; atar estorninos a las palmeras en Elche; embolar los cuernos de un toro con materiales inflamables en Medinaceli, amarrarlo con cuerdas en Carcabuey o atraerlo al mar en Denia... Menos mal que las cabras y pavas han sido sustituidas por peluches y las ratas por pasteles. Un paso adelante de la propia cultura es reconocer la incultura propia, pero no solo hay talibanes en Afganistán.