Gran trabajo de los militares españoles en la evacuación de Afganistán

margarita robles fernández MINISTRA DE DEFENSA

OPINIÓN

María Pedreda

12 sep 2021 . Actualizado a las 10:31 h.

Nadie podía imaginar a principios de agosto que los talibanes se harían con el control de Afganistán en apenas unas semanas, pero así ocurrió. Al anuncio de la inminente retirada de las tropas estadounidenses, tras casi 20 años de presencia en ese país, le siguió un veloz avance de los talibanes por todo el territorio. En pocos días, la milicia integrista fue ocupando las ciudades y provincias hasta llegar a la capital, Kabul, el 15 de agosto. 

Entonces todo se precipitó. A primeras horas del lunes 16 de agosto, el Gobierno español decidió enviar a las Fuerzas Armadas e iniciar la primera fase de repatriación de los españoles que aún permanecían en Afganistán y de todos aquellos afganos que durante años colaboraron con nuestro país, así como otras personas especialmente vulnerables.

Unos 130 militares coordinados por el Jemad y el Mando de Operaciones, participaron en el dispositivo de evacuación, especialmente del Ejército del Aire con personal de diversas unidades, en su mayoría del Ala 31 (tripulaciones y personal de mantenimiento de los aviones A-400M), del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo y personal sanitario de la Unidad Médica de Aeroevacuación y la Unidad Médica de Apoyo al Despliegue Aéreo. Además, se sumaron al despliegue efectivos del Regimiento de Operaciones de Información nº1 y un equipo del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército de Tierra.

En los diez días interminables que ha durado la arriesgada misión de rescate de personas en Afganistán, el único objetivo de esta operación conjunta de las Fuerzas Armadas fue salvar el mayor número posible de afganos.

Para España, Afganistán no es un país más, nuestras tropas han pagado un alto tributo por defender, durante algo más de 19 años, la paz, la libertad y los derechos humanos. En este empeño, 102 de nuestros militares se dejaron la vida allí, por ello, el mejor homenaje que podíamos hacerles a todos ellos era intentar no dejar a nadie atrás y traer a nuestro país a todos los colaboradores afganos y a sus familiares, que nos ayudaron en esa misión, y ofrecerles la oportunidad de empezar de nuevo.

Sin embargo, para nuestros militares, verdaderos protagonistas de esta difícil misión de evacuación, el resultado ha sido algo agridulce. Aunque se ha conseguido traer a más de 2.000 personas, muchos de nuestros colaboradores durante tantos años se han quedado en el camino, algunos a escasos metros de las puertas del aeropuerto de Kabul.

Fueron jornadas durísimas, cientos de llamadas para tratar de contactar con la gente que intentaba llegar hasta el aeropuerto, el resto de la ciudad era prácticamente inaccesible. Se vivieron momentos muy dramáticos, de mucha tensión e impotencia. A todas esas personas se les citaba en sitios presuntamente seguros y eran rescatados in extremis por nuestros militares en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul, cercado por los controles de la milicia integrista y colapsado por miles de personas que trataban de huir del nuevo régimen. Para facilitar su identificación, los afganos que iban a ser evacuados se juntaban en pequeños grupos y portaban ropa con los colores de la bandera española y gritaban «España, España».

Dentro del aeropuerto, nuestras Fuerzas Armadas debían velar por ellos hasta que llegaran los aviones A-400M del Ejército del Aire, que solo disponían de una hora escasa de pista, pudieran embarcar a todas las personas y volar rumbo a un lugar seguro en Dubái, desde donde emprenderían viaje hacia España.

Durante todos estos días tuve la oportunidad de recibir personalmente a muchos de los afganos que conseguimos rescatar de Afganistán, personas, entre ellas, muchas mujeres y niños, que llegaban a la base aérea de Torrejón con toda su vida en unas pequeñas maletas y, aún así, muy agradecidos de poder iniciar una nueva vida, conscientes de que su salida del país era la única opción.

La retirada de tropas de la OTAN en Afganistán ha sido un fracaso sin paliativos de Occidente, y todos debemos hacer una reflexión y extraer lecciones aprendidas. Esta decisión debe marcar un antes y un después en la forma en que la OTAN y la Unión Europea proyectan seguridad y estabilidad en sus distintas misiones de paz.

Me siento profundamente orgullosa del enorme esfuerzo y sacrificio demostrado por las Fuerzas Armadas en esta operación de rescate en Afganistán, reconocida por todos sus socios europeos, pero, al igual que todos los militares que han participado en ella, me queda un sabor agridulce por no haber podido salvar a más personas.

No debemos olvidarnos de todas las que aún siguen allí y continuar trabajando para que en Afganistán no se produzca un retroceso en materia de derechos humanos, sobre todo, para las mujeres y los niños. No será fácil, pero la comunidad internacional no debe ponerse de perfil. Europa tiene una obligación con Afganistán, y España va a hacer una gran presión en todos los foros internacionales para que esto no vuelva a repetirse.