¿Cómo terminaron tantos haitianos en la frontera sur de Estados Unidos?

Mabinty Quarshie USA TODAY

OPINIÓN

María Pedreda

Llegaron a Brasil o Chile como obreros baratos y fueron expulsados tras los Juegos

25 sep 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

Son miles los inmigrantes de Haití que acampan en la zona de Del Río, Texas. Tras entrar en Estados Unidos a través del Río Grande, están a la espera de que las autoridades estadounidenses los deporten o de quedarse y solicitar asilo.

Pero, ¿por qué y cómo terminaron tantos migrantes haitianos en Texas, en lugar de ingresar al país por un estado más cercano a este país caribeño, como es Florida? Según los expertos, muchos de estos migrantes probablemente ya se encontraban en Centroamérica, ya que los graves desastres naturales y un Gobierno a menudo disfuncional han provocado un flujo constante de emigración durante más de una década. Ahora, a medida que continúa la pandemia, las oportunidades económicas en América Latina se están agotando y los haitianos buscan asilo en el gigante del norte.

«El objetivo final es siempre Estados Unidos», afirma Eduardo Gamarra, profesor de ciencias políticas en la Universidad Internacional de Florida. «Y el patrón es uno que realmente no fue iniciado por los haitianos, comenzó con los cubanos», añade.

El devastador terremoto del 2010 desplazó a más de 1,5 millones de personas de Haití y muchos decidieron dejar su tierra natal para radicarse en América Central y Sudamérica. Entonces, «Brasil estaba atravesando una época de escasez de mano de obra, necesaria para la construcción de estadios para la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos», explica Mark Shuller, profesor en la Universidad del Norte, en Illinois, y presidente de la Asociación de Estudios Haitianos. «La inmigración haitiana fue una solución para ese problema», agrega.

En Brasil, los migrantes provenientes de Haití obtuvieron visas de trabajo para la Copa Mundial del 2014 y para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro del 2016. Y podían optar además a la residencia permanente por razones humanitarias.

Para agosto del 2020, eran más de 143.000 los haitianos viviendo en Brasil, según publicó El País.

Otras naciones de América del Sur también dieron la bienvenida a los migrantes de Haití, incluidos Venezuela y Chile. En este último, la población haitiana se disparó: en el 2017 había en el país 64.567 haitianos y se estima que solo un año más tarde la cifra ascendió a 150.000.

Pero tras los Juegos Olímpicos, la necesidad de «mano de obra barata» terminó, y los migrantes haitianos fueron expulsados de Brasil, afirma Gabrielle Apollon, codirectora del Proyecto de Responsabilidad Internacional y Justicia Minera de Haití.

El éxodo de personas haitianas que dejaron su país también puede atribuirse al «asombroso incremento en las violaciones de derechos humanos» en Haití en los últimos diez años, asegura Apollon. En agosto, el Departamento de Estado de EE.UU. emitió un aviso de viaje de nivel 4 para el país caribeño, instando a los estadounidenses a no visitar Haití debido a los «secuestros, delitos, disturbios civiles, y al covid-19».

La escalada de la violencia y la inestabilidad política llevó a que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas expresara públicamente su «profunda preocupación» sobre la prolongada crisis política, constitucional, de seguridad y humanitaria que atormentan a Haití. En el mes de julio, el presidente del país fue asesinado.

Los problemas con la documentación y los largos procesos burocráticos hicieron difícil que los migrantes de Haití obtuvieran visas permanentes en Chile. En su lugar, se les concedió visados como turistas; pero en el 2018, el presidente chileno Sebastián Piñera canceló las visas temporales que permitían a los haitianos pasar de ser considerados como turistas a ser inmigrantes, una vez que conseguían un trabajo.

Según Gamarra, es probable que muchos migrantes de Haití permanezcan indocumentados en países latinoamericanos como Chile, Brasil o Ecuador, por lo que no pueden ser deportados a esos países. «Ni siquiera pueden ser deportados a México, porque bajo la normativa internacional, tienes que deportar a la persona al país donde tiene una residencia legal o a un país que haya aceptado recibirla», explica. «Y es muy probable que ninguno de estos países esté dispuesto a aceptar inmigrantes haitianos debido a su estatus», añade.

A esto se suma el hecho de que la pandemia del covid-19 golpeó particularmente fuerte a América Latina. Brasil, la mayor economía de la región, cayó un 4,1 % el año pasado y cerca de 600.000 personas han muerto a causa del coronavirus.

¿Qué pasa ahora en la frontera?

Durante tres semanas, los migrantes han cruzado el Río Grande desde Ciudad Acuña, México, hacia Del Rio, Texas -una ciudad de 35.000 personas-.

Las imágenes de los agentes estadounidenses de la frontera persiguiendo a los migrantes haitianos a caballo provocaron indignación. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, calificó las imágenes de «horribles» y los legisladores demócratas exigieron que se atribuyan las correspondientes responsabilidades.

Las autoridades mexicanas también han bloqueado la entrada a Ciudad Acuña y comenzarán a deportar a los migrantes.

Según Jacques Jonassaint, ex enviado especial del presidente Emile Jonassaint a Clinton, el hecho de que no exista una persecución a los haitianos por parte de su Gobierno dificulta que puedan solicitar asilo. Pero los migrantes apuntan al asesinato del presidente Jovenel Moïse y a un reciente y destructivo terremoto, ambos ocurridos este año, entre las razones por las que temen retornar a su país natal. La experta en leyes migratorias en la Universidad de Vanderbilt, Karla M. McKanders, afirmó que la migración de haitianos a través de Texas no es un fenómeno nuevo, sino que «los haitianos han utilizado esta ruta alternativa para llegar a la frontera sur durante algunos años, o tal vez más».

Más de 320 migrantes de Haití fueron deportados a Port-au- Prince en tres vuelos el domingo 19 de septiembre, y Haití asegura que está previsto que el martes 28 lleguen seis vuelos de este tipo, según Associated Press.

La normativa promulgada por Trump (Title 42) permitió la rápida expulsión de los solicitantes de asilo para evitar la propagación del covid-19 en las instalaciones de detención. Una vez en el cargo, el presidente Joe Biden continuó con esta política; aunque los niños y algunas familias están exentas.

© 2021 USA Today. Distribuido por Tribune Content Agency. Traducido por Lorena Maya.