Argelia y Marruecos, sin espacio aéreo

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

JALAL MORCHIDI | Efe

27 sep 2021 . Actualizado a las 09:22 h.

Argelia acaba de cerrar su espacio aéreo a Marruecos. Tras la ruptura de relaciones diplomáticas del mes pasado, esta nueva medida parece baladí, ya que tan solo 15 vuelos se verán afectados. Sin embargo, es una muestra significativa del progresivo enrarecimiento de relaciones entre estos dos vecinos magrebíes. Unas relaciones que empezaron a deteriorarse en 1970 con el apoyo argelino a la causa del Sáhara occidental y a su valedor, el Frente Polisario, y que llegaron a su cénit en 1994 con el cierre de la enorme frontera que separa a ambos estados: unos 1.900 kilómetros. Si bien durante siglos la frontera no gozaba de gran determinación, la intervención colonial hizo que desde mediados del siglo XIX empezara a delimitarse de manera más precisa. Tras diversos avatares y enfrentamientos, entre 1972 y 1973 ambos países llegaron a un acuerdo que no satisfizo las aspiraciones marroquíes de acceso a los importantes yacimientos de gas que quedaron en territorio argelino.

Pero la enemistad entre ambos países no solo deriva del desacuerdo fronterizo o del apoyo de Argelia a la causa saharaui, siendo estas dos cuestiones sin duda de gran relevancia. También el modelo político, el marroquí una monarquía más conservadora por definición, choca con el argelino, de inicio revolucionario e independentista. Marruecos logró liberarse del yugo colonial sin demasiado derramamiento de sangre y ha sido capaz de sofocar todas las voces disidentes, sobre todo las del Rif, con un eficaz uso de la coerción; mientras que Argelia tuvo que hacer frente a una larga y cruenta guerra de independencia de 1954 a 1962 -cuya posguerra transformaría el país en una república militarizada- y a una guerra civil de 1991 a 2002, que enfrentó al Gobierno con los radicales islamistas del MIA y el GIA, ocasionando más de 150.000 muertos.

Más aún, el reciente apoyo de EE.UU. e Israel a Marruecos ha envalentonado a Rabat frente a una Argelia armada hasta los dientes, convirtiendo cualquier desencuentro en un potencial riesgo de enfrentamiento bélico que, sin duda, ninguno desea. Entonces, ¿por qué las espadas están en alto? La respuesta se encuentra en el Hirak, el movimiento de protesta argelino, sin líderes definidos, muy horizontal e inclusivo, que lleva más de tres años saliendo regularmente a la calle para denunciar todo lo que le disgusta de su país. Enfocar la atención hacia Marruecos es una maniobra de distracción, que no tiene mucho sentido salvo para ganar tiempo, ya que los graves problemas del país subyacen y a la población se le ha acabado la paciencia.