Alivio y tormento del rey Juan Carlos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

07 oct 2021 . Actualizado a las 17:50 h.

Ayer no quise llamar al rey Juan Carlos a Abu Dabi. No lo hice, como no lo hago cada vez que se publica una noticia suya, para que no parezca que le llama el informador, sino la persona que le guarda afecto y gratitud por su obra. Tampoco he querido publicar nunca un entrecomillado suyo, porque me parece un abuso profesional de un privilegio y lo que he hablado anteriormente con él está publicado en un libro. Pero creo estar en condiciones de imaginar las últimas 24 horas de su vida.

Por supuesto, habrá tenido información puntual de su abogado porque, desde el punto de vista de un despacho, Javier Sánchez Junco y su equipo se han apuntado un éxito profesional: no se puede calificar de otra forma el propósito de la Fiscalía de archivar las tres investigaciones abiertas. Habrá tenido esa información y se habrá recreado en la crónica de Zarzalejos en El Confidencial, porque lo primero que hace el emérito cada mañana al levantarse (antes de las 7 de la mañana) es leer todo lo que se publica en España sobre su persona y sobre el estado general del país. Y después oye las emisoras de radio españolas. Y tiene amigos que le cuentan lo que no es noticia publicada.

Cuando supo que la Fiscalía se dispone a archivar sus investigaciones, habrá sentido un alivio que al resto de los mortales nos cuesta imaginar: él no es un investigado cualquiera que llega a la Audiencia Nacional a declarar. Es el hombre que reinó en España durante cuarenta años, que saludó a la inmensa mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, admirado por cómo construyó la democracia. La pena de telediario de verle declarando como un delincuente, la simple llegada de su automóvil al juzgado sería una imagen histórica, pero una humillación humana de enorme crueldad. Al saber que no habrá ese momento, la palabra «alivio» se queda pequeña.

Al mismo tiempo, don Juan Carlos sentirá una nueva impotencia: el archivo de las investigaciones significa que no se le juzgará, pero también que no se puede defender ante el riguroso tribunal de la opinión pública y el imprevisible tribunal de la historia. Se anuncia que las conclusiones de los fiscales serán duras contra su persona y habrá que esperar a leerlas. Pero hay algo que se puede adelantar: para esa opinión popular y quizá para el juicio de la historia quedará que la supuesta posesión de fondos en paraísos fiscales (y alguna de las publicadas es falsa); el dinero recibido de Arabia Saudí (que en modo alguno puede ser una comisión del AVE, sino que fue una donación por otros vínculos entre los dos reyes) y el dinero mexicano (cuya regularización fiscal se efectuó) son las tres grandes manchas sobre su persona y lo que arruina la calificación de toda su gran obra de Estado. A título personal, lo escribo con enorme pena. Como analista de la realidad, no puedo decir otra cosa que hacerlo constar.