No miréis a los pobres

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

VÍTOR MEJUTO

08 oct 2021 . Actualizado a las 08:57 h.

Hay un nuevo informe de Cáritas y la Fundación Foessa sobre la pobreza en España. Los datos son absolutamente deprimentes. La suma de hogares con todos sus miembros en paro, más los de familias que se quedan sin dinero después de pagar los gastos fijos de casa, indican un estado de precariedad social impropio de un Estado de bienestar. Y unas cifras escalofriantes: desde el año 2018 aumentó en un 50 % el número de personas que sufren pobreza severa y el número de personas en exclusión social se eleva a once millones. Se confirma, además, que el hecho de tener un empleo no siempre es garantía de salir de la miseria, quizá por la cantidad de contratos basura que se están firmando.

Revisé la prensa de estos días y ese informe apenas se publicó. Desde luego, a ningún diario le pareció una noticia de primera página. Fue tanto así, que llegué a pensar que soy un cenizo, un pesimista sin remedio en medio de una profesión que considera normal que haya tanta gente viviendo o malviviendo en condiciones que solo a mí me parecieron penosas e indignas, mientras son centenares los ejecutivos de empresas del Ibex con ingresos superiores al millón de euros anuales: la apoteosis de la desigualdad. Revisé también las declaraciones de líderes políticos: de los gobernantes, porque suponía que algo les diría ese duro retrato social, y no encontré nada; de la oposición, porque suponía que, al tomar como referencia comparativa el año de la llegada de Pedro Sánchez al poder, le echarían en cara el abandono de un amplísimo sector de la sociedad, y tampoco he visto una palabra.

Llegué a la conclusión de que este país pasa de los pobres. Deben ser una parte del paisaje que se ve al levantarse, pero, como siempre hubo pobres, para qué detenerse ante ellos, para qué hacer mucha noticia de ellos, para qué preguntar por ellos, desde el fatalismo de que nada se puede resolver.

O debe ser que estamos en plena recuperación económica, la gente sale y se divierte, han vuelto los atascos de tráfico y once millones de excluidos sociales no deben aguarnos la fiesta. Siempre hubo pobres, ¿dónde está la novedad?

Pues la novedad está en que la cifra de la exclusión social subió desde el 2018 en 2,5 millones de personas. La novedad está en que se nos prometió que «nadie se quedará atrás». La novedad está en que la gran recesión del 2008 destruyó la clase media, según los estudios más solventes, y la crisis sanitaria atacó a los menos protegidos. Y la novedad está, para cabrearse, en que no hay ninguna iniciativa de recuperación de esas víctimas. Estos días vemos la generosidad oficial para el regalo de bonos de alquiler y de cultura, hechos positivos, pero pensados para el efecto mediático o la propaganda partidista en la pelea que se traen los partidos de la coalición. Los de abajo en la escala social ¡qué vivan de la caridad!