Elecciones en Irak, más de lo mismo o peor

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

AHMED JALIL

11 oct 2021 . Actualizado a las 08:41 h.

El escepticismo y la desesperación son dos sentimientos arraigados en el alma de los iraquíes desde, prácticamente, la creación de su país hace poco más de un siglo. Diseñado en función de los intereses de las potencias ganadoras de la Primera Guerra Mundial, la unión de árabes suníes, chiíes y kurdos -tres comunidades tan diferentes como enfrentadas- solo fue posible mediante la fuerza primero y la coerción después. Los inmensos yacimientos de petróleo -en la actualidad se estima que suponen el 14% de las reservas mundiales- lejos de constituir una fuente de progreso y bienestar como ocurrió en Arabia Saudí, los Emiratos Árabes y Catar, ha resultado la peor de las maldiciones. Las esperanzas depositadas en el cambio con la invasión internacional del 2003 estallaron con las bombas de la insurgencia suní, el revanchismo chií y una miríada de criminales que se aprovecharon del caos sembrado con el desmantelamiento de todas las fuerzas de seguridad e instituciones.

Lo único que cambiaron fueron los corruptos que asumieron el poder. La minoría suní que gobernó desde la época hasta el año 2003 tuvo que ceder el poder a la mayoría chií, y todo fue de mal en peor. El enfrentamiento entre las diferentes facciones chiíes, suníes y también la división entre los kurdos lo único que ha logrado es el colapso de la Administración y la desaparición de millones y más millones en el agujero negro de la corrupción.

De los 40 millones de iraquíes, el 60 % son jóvenes que no conocieron tiempos mejores pero que están hartos de no tener trabajo, ni luz, ni agua potable cuando el país nada en petróleo. Sus protestas del 2019 forzaron el adelanto electoral, solo aplazado por el covid pero, aquellos que podían provocar el cambio, como por ejemplo, los millones de desplazados forzados por la invasión de Dáesh en el tercio norte, no han podido optar a la documentación que les permitiría votar.

Así que, la duda está en cuántos de los 25 millones de votantes se abstendrán y si se impondrá el partido pro-iraní tan odiado por cargar contra los manifestantes y matar a más de 700 personas o por el contrario se impondrá la facción de al Sadr, tan ignorante e incompetente como el partido Dawa dirigido por Nouri al Maliki.